¿No les dará vergüenza a los ministros y portavoces sanchistas repetir como loritos la consigna que cada mañana les ponen sobre la mesa del desayuno? Evidentemente no; será que no la tienen, de vergüenza hablamos. En todo caso resulta divertido si no fuera por ver cómo tiran por el desagüe los dineros que tanto nos cuestan.
Pena. La troupe de asesores está ahora centrada en dar con la consigna definitiva para adosar a los populares el caso del Tito Berni y diputados sociatas que bailaban el agua a los cautos canarios que pagaban las francachelas a la voz de “a vivir que son dos días”. Darán con algo divertido, al tiempo; y en todo caso, sus esfuerzos se verán coronados por el show montado por los de Abascal y Espinosa de los Monteros en auxilio del demediado Sánchez.
Porque la moción encierra emociones sobradas para distraer la atención sobre el último caso conocido de la corrupción sociata. Nada más imaginativo que ver el hemiciclo, allí donde la soberanía nacional se expresa, convertido en pista circense para solaz de un vetusto profesor tentado para dar su última lección desde la tribuna de los tribunos parlamentarios.
Decía hace unos días la diputada Olona que sí que hay nazis en el partido que cofundó y militó hasta su caída del caballo por tierras andaluzas. Tal vez por ahí quepa encontrar una explicación del por qué se hayan embarcado, y ya van dos, a lanzar una moción que quiebra las reglas de juego de nuestro sistema.
La alegre, o frívola mejor, moción de censura presente, adolece de un requisito: ha de ser positiva; es decir, servir para consagrar una alternativa de gobierno con el voto mayoritario del Congreso. Tanto sus proponentes como quien la encabeza han reconocido la imposibilidad de que tal cosa vaya a suceder.
El carácter constructivo de las mociones de censura no es un invento español; aquí lo copiamos de lo que los alemanes dispusieron en su Ley Fundamental, 1949, tras las experiencias que propiciaron el acceso de Hitler en el régimen de Weimar.
El show montado por los populistas de la derecha nacional tiene todo el aire de constituir el big berta de su campaña electoral. Así se demuestra el escaso aprecio en que tienen a las reglas de juego de nuestro sistema, es lo propio de los populistas de todo jaez.