La tropa que mantenemos al frente de la administración del país está que se sale. Deben de ver lo suyo demasiado negro, de otra forma no cabe comprender las estupideces con que se divierten chapoteando. Todos, desde la presunta solvente vicepresidenta primera hasta el payasete de Cultura, Deporte y alguna cosa más, pasando por la de la transición ecológica, la de los jueces y la repipiada portavoz que no quiere jugar con Feijóo ni al parchís.
Yo-Yo y Mi Persona alimentan el fuego que alumbra el fondo de la sima hacia la que el común se desliza siguiendo los dictados de la tropa que comanda un tal Bolaños, el estratega de la fallida moción de censura en Murcia, operación en la que se cargó su partido y aquel otro llamado Ciudadanos, y sirvió en bandeja la comunidad madrileña a Ayuso.
Mérito el de este personaje; no da una en el clavo. Le salía tan mal la partida con Pons al otro lado del tablero para dirimir lo de los jueces que, desde tierras africanas, el mandamás dio orden de sacar lo de la sedición.
Y en pleno debate de presupuestos, la que carga con la Hacienda frotó la lámpara hasta que salió el genio de Aladino para abortar la entrada en el jardín de la oca cuando ya parecía al alcance de los dos tras pasar por pozos y laberintos sin cuento.
Lo pedestre del proceder de la tropa llega hasta el insulto a la inteligencia, o simplemente la memoria, de cualquier ciudadano, cuando, por ejemplo, repiten la dependencia del líder popular de los poderosos, fumadores de puros, curas y vaya usted a saber. Es el nuevo mantra: los populares obedecen intereses ocultos, Feijóo es un espejismo.
Tal letanía es invocada por quienes permanecen sumisos a golpistas republicanos catalanes, liberan sin miramientos a terroristas y atienden solícitos las ambiciones deportivas o vitivinícolas de los vascos con votos en el Congreso, que todo es bueno para el convento.
Y por si algún resquicio quedara libre de la sombra de la guerra civil, la tropa instituye una nueva jornada para el homenaje a su memoria, el Día del Recuerdo. En un acto al que asistió más de medio Gobierno, dado que nada importante tienen por delante, Mi Persona se adornó con un par de asistidos por bajo. El primero para zaherir a su oponente porque la Constitución hay que cumplirla de pe a pa. Y el segundo, recordando el fanatismo que sembró el odio en pueblos y familias.
No, no entonaba ningún mea culpa, simplemente exhibía un tupé que el de Elvis Presley quedaba chico .