Mantener el poder en sus manos es el objetivo fundamental de la política del presidente del Gobierno, y a ello se circunscribe todo lo demás. Por lo que las encuestas reflejan la opinión pública parece haberlo calado, pero ¿cuánto durará lo que hoy piensan los españoles?
Porque de aquí a que Sánchez abra las urnas que lleguen a sacarle de Moncloa pueden pasar meses y meses, tantos cuanto necesite para mejorar sus actuales registros. Casado está obligado a mantener una presencia tan firme como elástica para seguir mejorando los suyos.
Nadie sabe qué nuevo fenómeno puede sacudir las sensibilidades de los ciudadanos. Garantizar que la inflación, los precios de la energía, ni siquiera el dantesco infierno de La Palma agoten las sorpresas, es imposible.
Cada vez que veo un sondeo, y ayer mismo hubo dos, recuerdo los versos de la famosa cavatina sobre la donna que Verdi metió a última hora en el tercer acto de Rigoletto; las opiniones se mueven como pluma al viento, cambian de acento y … Para más inri, el tenor sigue cantando que por eso siempre es desgraciado quien en ellas confía.
Pero cierto es que la tendencia de un cambio de ejes favorable al centro derecha se va afianzando con el paso de los meses. Su consolidación depende de múltiples factores; quizá el definitivo sea el trasvase de votos socialdemócratas hacia el centro liberal conservador. La permeabilidad entre ambas posiciones se está viendo favorecida por las recientes medidas populistas y radicales que el sanchismo ha asumido.
A los populares toca explicarse con mayor altura y detalle lo que harán llegado el momento de la verdad; es decir, el de las decisiones para retomar la senda de la normalidad, de la concordia, de la vigencia constitucional y del progreso basado en el ejercicio de las libertades.
No lo tienen fácil porque mucho tienen que deshacer, comenzando por el papanatismo entreguista que mantiene acallados a los sacamantecas regionales, vascos y catalanes. Habrá que tratar, por ejemplo, de resolver la anomalía que supone el peso nacional que la ley electoral confiere a partidos regionales en el Congreso.
Y del despilfarro de tiempo, energías y dinero que supone todo lo que los podemitas y comunistas a la violeta tienen encomendado en el Gobierno de la Nación. Y de tantas otras cosas más.
Hablar en serio tiene sus costes, pero sin ellos no hay beneficio posible.