En un documento de alto valor informativo, Évole en la Sexta entrevistaba ayer a Iván Redondo. Sandios, qué personaje. Ahora se explica mejor lo que ha sido la presidencia de Sánchez, y probablemente seguirá siéndolo pues la salida del gurú no tiene porqué modificar los usos y maneras de su marioneta. ¿Vendrá de ahí, de un complejo de títere, el hecho de que el presidente se refiera a sí mismo como Mi Persona?
Redondo es tan mentiroso como su tutelado; experto en logomaquia, esa forma de decir palabras y palabras sin fondo alguno. Tiene bemoles que este sujeto haya estado en la cúspide del poder ejecutivo, valido presidencial, nada menos que cuatro años. Sació la ambición del fraudulento doctor desde la moción de censura, de la que presumió como cosa propia, hasta el ridículo hecho con los 28 segundos siguiendo el paso de Biden y dejar a su partido en una ominosa tercera posición frente a Ayuso.
Además, es un cursi redomado. Venga a o no cuento, mete un par de palabras en inglés como para presumir de experto internacional en mercadeo y planificación. Lo de in my opinion fue homérico. Sus trabajos en la sala de emergencias, la situation room, debieron de ser claves en el devenir de las elecciones, la legislatura y hasta la factura de la luz. Pero ahí puso en pared y renegó de la política del Gobierno mintiendo que él ya no estaba.
En fin; se ofreció a ser entrevistado para dejar claro a base de repetirlo, que no lo echaron, él se fue. Tantas veces lo dijo que…
Además, para venderse a las empresas en busca de buenos oficios con el sanchismo, porque él sigue en comunicación con Sánchez; sigue, sigue pero no dice cuándo fue la última vez que habló con él.
Y, de paso, promocionar el libro que le han dedicado. No es que el tiro le haya salido por la culata, es que ha reventado el cañón de la escopeta.
Pero, en fin, hoy han pasado otras cosas más importantes, como la constatación de que el Gobierno de la Nación obstaculiza a la Justicia, malversa las capacidades de la abogacía del Estado y procura que Puigdemont siga por ahí para no estropear la aprobación de unos Presupuestos aún por hacer; la realidad ha dejado en ridículo los cálculos macro hechos por el Gobierno, y presentados en Bruselas para mayor vergüenza. Es el precio de la mentira que insufla las velas con que el sanchismo lleva el país a no se sabe dónde.
Pero esto ya no es culpa de Redondo que, como ustedes deberían saber, se fue por su propio pie de La Moncloa.