Ahora se le ha ocurrido vaciar Madrid de instituciones estatales, descentralizar lo llama, para fomentar una mayor cohesión territorial; la última bobada.
Lo del pato: “si anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, no se equivoque, es un pato”.
Lo de Mi Persona es el no va más de la estupidez. Sigue descerrajando la armadura del Estado -la Nación va más allá, con ella aún no puede- con el pretexto de cohesionar lo que sus socios desbaratan. Y lo proclama con la misma cursi prosodia con que explica que la subidita del salario mínimo es un gran estímulo para el salir de la crisis. Grazna como un pato.
Se siente hacedor de encuentros cuando es incapaz de reencontrase con más de un millón de votantes de su propio partido. En cosa de tres años ha ido recortando historia y fundamentos del histórico PSOE para convertirlo en el PS; un bonsay de incierto futuro, el partido sanchista en el cual quien no mama no existe. Y así sueña con que avanza palmeando sobre las fétidas aguas de la charca política que ha montado. Nada como un pato.
Hoy mismo presumía de haber firmado un artículo con otros cinco “líderes internacionales” para apoyar el multilateralismo de la ONU, que debe hacerse más inclusiva (¿). No espere nadie que la llamada fuera suscrita por colegas franceses, italianos, alemanes o norteamericanos; no. Mi Persona no camina por las vías de libertad y progreso que dan vida a las naciones que cuentan, no. Los seis “líderes internacionales” son los presidentes de Costa Rica, el Senegal y Sudáfrica y los primeros ministros de Suecia, Nueva Zelanda y España. Anda como un pato, contoneándose bajo el peso de las ínfulas con que le adorna el BOE.
Pero nada es contradictorio en él, porque ni él mismo sabe dónde poner el pie y la intención en cada paso a dar. La restructuración en clave federal del Estado que de vez en cuando anuncia se compadece mal con la disolución de una capitalidad federal única capaz de asumir las riendas de cada una de las partes federadas.
Hablando de Estado Federal, ni a Trump llegó a ocurrírsele mandar la sede del Tribunal Supremo fuera de Washington, ni la del FBI, el Departamento del Tesoro, o la Secretaría de Estado.
La Casa Blanca, tampoco. ¿Aquí, habrá soñado nuestro pato particular en incluir dentro del desalojo capitalino que avisa al propio Gobierno de la Nación que le permite vivir en palacete madrileño con más de ocho hectáreas de jardines, helipuerto incluido para lo que fuese menester?
Si anda, nada y grazna…