Sánchez anuncia su presencia en la cumbre bilateral que él vende como mesa de dialogo. El caso es que se sentará al frente de la delegación del Reino de España que negociará no sabemos qué con los republicanos catalanes que acaudilla el convicto Junqueras, a quien tanto debe. Pero para que la función tenga el más elevado carácter institucional, la banda secesionista será presidida por Aragonés.
Mi Persona ha comunicado que el encuentro bilateral comenzará con una reunión de los dos presidentes, pero para que las cosas estén claras desde el comienzo, la Generalitat informa: “El primer encuentro entre los jefes de gobierno servirá para situar los objetivos y la metodología de la mesa para la resolución del conflicto político, que se reunirá a continuación«.
Jefes de dos gobiernos frente a frente. Pero ¿de qué hablan estos chalados? ¿Frente a frente un gobierno nacional y otro regional? ¿Acaso el primer ministro del Estado no tiene potestad sobre la Comunidad Autónoma catalana? ¿Conflicto político de quiénes y entre quiénes?
Esta aberración ya está costando demasiado como para seguir pasando por alto ante tamaños dislates. Porque que sanchistas y republicanos golpistas hablen no tiene nada censurable; es más, les gustas, y muchísimo a algunos ministros. Pero Sánchez es algo más que el secretario general de un partido; tiene el encargo del Congreso de gobernar este país cumpliendo y haciendo cumplir las leyes.
Debe de parecerle poco, fascinado como está allá en las alturas de que disfruta mecido sobre la cometa que en tierra firme sostienen Otegui y Rufián con el aplauso de comunistas, populistas y peneuvistas. Y así hace hoy de plenipotenciario de la Nación que trata de desencuadernar, como ayer gustaba coronarse como Jefe del Estado.
¿Quién le ha apoderado para qué?
Si Sánchez se sentara a la mesa montada en la ciudad condal como jefe de la minoría sanchista, estaría en su derecho de tratar cuanto le caiga en mientes incluso con la tropa convocada. Ciertamente podría hacerlo con gentes de mayor provecho para el país, y comenzar así a resolver los problemas reales que afectan a las personas; incluso a las instituciones que mantiene agostadas.
El caso es que va a negociar nadie sabe qué ni cómo, sin los poderes que sólo puede darle el parlamento nacional. Tal es su desprecio por las instituciones que ni se toma la molestia de pasar por lo que sería un mero trámite, habida cuenta de que son los propios secesionistas y demás antisistema quienes conforman su mayoría.
Sólo una razón podría explicar este disparate: que para él sólo sea una treta para, arropado con el armiño de Hombre de Estado, dar el puñetazo en la mesa que le congraciaría con los votantes que ni se atreven a recordar al CIS que hace un par de años le prestaron su voto.
Persona tan mendaz es capaz de esto y de mucho más. En fin… veremos.