Un pequeño grupo de ex altos cargos socialistas ha tomado la página de opinión del diario gubernamental para proclamar la necesidad y utilidad social del indulto. Así han titulado su alegato defensor del propósito de Sánchez. La irrupción en la guerra de papel de la estrategia presidencial para asegurarse el respaldo de los golpistas catalanes, está acompañada por otros escritos similares. Se ve que Mi Persona si tiene quien le escriba; por ahora.
Por encima de los argumentos propios de la pedagogía diseñada por el centenar y medio de asesores presidenciales, el escrito firmado por Almunia y Barón, entre otros, incurre en un desliz indebido al tachar de halcones a quienes, como en otros países, se oponen al alivio de las penas de los irredentos condenados. Pero allí, dicen, dialogan, pese a acusar al gobierno de debilidad, o de pretender réditos inconfesables.
Opinar que el sanchismo persigue con los indultos el apoyo parlamentario preciso para seguir en Moncloa es propio de halcones. Extraña manera de dialogar con quienes mantienen otra opinión. No sería mala cosa comenzar a dialogar aquí mismo con todos, comenzando por la oposición que pretende salvaguardar el sistema constitucional.
“En todas las crisis y en todos los países, intentar el dialogo es una tarea difícil e ingrata…Es cierto que los independentistas no dieron ocasión a ese dialogo en su momento, pero también lo es que el Gobierno no lo intentó. Hay que comenzar a hablar…”, dicen los firmantes del manifiesto llenos de razón. Pero…
Vivimos un tiempo en el que el escaso afán de lectura unido al desinterés por la política, que con tanto esmero cultivan quienes a ella se dedican, permiten afirmar cuestiones con la misma firmeza que si fueran ciertas. Por ejemplo, que el Gobierno anterior no intentó tal dialogo.
Pero, hombres de Dios, si a ello dedicó tres años la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Éxito, nulo ciertamente. Instaló su despacho en la Delegación del Gobierno de Barcelona durante muchas semanas. Con Junqueras habló más que con la mayoría de sus compañeros de gabinete; como si nada.
Visto lo visto, los 153 viajes ministeriales registrados durante la Operación Diálogo, que así la llamaron, resultaron ociosos; como el nombramiento de Enric Millo para convencer al sector más moderado del nacionalismo de que la vía unilateral sólo conduce a la cárcel. El resultado fue el propio de quienes pretenden ganar la guerra por su cuenta: descalabro.
Bienvenidas sean todas las operaciones dialogo posibles, es decir, entre quienes busquen realmente el entendimiento y la comprensión del otro.
Para hablar en serio de todo lo que hay que hablar convendría poner sobre la mesa todas las opiniones, gobierno y oposición, catalanes separatistas y la mayoría restante.
Y todo ello con la discreción precisa para garantizar las cesiones obligadas por ambos lados. Lo demás, será teatro y del malo.