Definitivamente no está en sus cabales. Sánchez es un peligro andante, su ego no tiene límites. Ayer ocupó más tiempo, cuatro veces más, en contar de lo que pudo hablar durante veintitrés segundos con Biden. Iván estuvo al tanto, y lo que a primera hora anunciaron como un “encuentro” entre ambos líderes, poco más tarde corrigieron para hablar de “breve encuentro”, y finalmente, el parte habló de “contacto”; mero contacto para conocerse.
Este tipo es mundial. Vista la escasa comunicación entre ambos durante el paseíllo, sólo en una ocasión Sánchez hace como que se dirige al americano, y tan sólo en otra éste mira a aquél, el contenido de sus explicaciones a la prensa resultó patético; simplemente patético. Una sonrisa impostada, como queriendo decir ahí queda eso, demuestra una infinita capacidad de mentir.
Pero sacó lo que buscaba, el testimonio gráfico de un encuentro, perdón, contacto, entre iguales. El próximo será con un golpista catalán de misa frecuente, según dicen, pero seguro que con más tiempo, todo el tiempo del mundo porque para él nada hay más importante. Nada de pasillos, en la misma residencia presidencial; lo exige la concordia.
De su paso por la presidencia, asaltada hace tres años y hoy afirmada con los votos de diversas bandas de delincuentes, guardará como un tesoro decenas de fotos como las de ayer cuyos marcos de alpaca cuidará con tanto esmero como si fueran de plata. A algunos les pedirá una firma, otros serán cambiados por nuevos protagonistas, según como soplen los vientos.
Es la imagen, amigo; ¡la imagen es lo que me hace grande! Se dice frente al espejo después de aplicarse la crema solar que tan buen aspecto le proporciona en este comienzo del último verano. Ese es el asunto que trasciende a la imagen, ¿hasta cuándo resistirá esa especie de tsunami que está ajando su imagen y anegando sus caladeros de votos?
Como escribir sobre el agua, batir a una imagen es harto complicado. Los servicios del Gobierno del Reino de España no pueden tolerar que cuajen otras imágenes. Los otros son franquismo, el fascismo y la extrema derecha, incapaces de reunir más de dos mil personas en la plaza de Colón. Luego hablaron de veinte mil, que venía a ser lo que cabía en las imágenes recortadas por su televisión.
Qué más da si al día siguiente pueden ver a Mi Persona haciendo el paseíllo con el líder del mundo libre hablando de nuestras políticas progresistas, de las políticas migratorias, de mi reciente viaje con Latinoamérica… De verdad, no está en sus cabales.