La primera noticia de la jornada electoral es el triunfo de Isabel Díaz Ayuso. Las encuestas lo predecían, pero nada está dicho hasta el cierre de las urnas, que a veces las carga el diablo. La segunda, la debacle del PSOE sanchista, sobrepasado por un partido comunista revestido de verde. Y hay una tercera de menor cuantía: la salida de escena de un tal Iglesias.
La caída en picado de los votos agavillados por el sanchismo tiene varias explicaciones posibles, empezando por la división de su parcela entre tres comuneros. Pero cuando el PP solo ha conseguido más votos que la suma de MM, PSOE y UP hay que sospechar que el vuelco refleja el estado de una opinión pública creada por la decepción o el hastío que, en propios y extraños, viene provocando Sánchez con su errático gobierno.
Extraña política la de Mi Persona, que tras el fallido asalto a Comunidades gobernadas por el PP ha conseguido la hazaña de liquidar buena parte del patrimonio socialista en beneficio de dos variantes del comunismo tardío que aquí florece abonado por la estupidez de un presidente con complejo de Napoleón. El fenómeno de este revival comunista tras la caída del Muro es único en las democracias de todo el mundo.
La derecha extrema ha tenido un discreto éxito, quizá facilitado por el victimismo a que fue sometida por la extrema izquierda. Su papel será menos relevante de lo que a Sánchez le gustaría para zaherir al gobierno de Ayuso, pero tiene un valor incuestionable: situar al PP en el centro de la escena política.
Y hablando de centros, el menguante partido de Arrimadas ha rendido un gran servicio a las tres izquierdas. Su estéril presencia en la contienda ha impedido a los populares alcanzar la mayoría absoluta con que Ayuso se vería libre de cualquier atadura con los de Abascal.
El candidato Edmundo, que en su sabiduría de abogado del Estado no renunció a poder seguir siendo el diputado Bal y portavoz de Ciudadanos en el Congreso, tuvo uno de los dos peor perder registrados en la noche. El otro corrió a cargo de ese fino personaje que atiende por Ávalos, ministro para operaciones nocturnas del sanchismo. Ambos calificaron de tragedia nacional el masivo apoyo de los madrileños al PP. En fin…
Será sumamente interesante el análisis de las urnas, desde el trasvase de votos entre partidos, e incluso entre los dos frentes, y cómo se ha comportado el llamado “cinturón rojo” de Madrid. De entrada, de toda la Comunidad, el PSOE sólo ha ganado en dos pequeños municipios, el Atazar, en el norte, y Fuentidueña de Tajo, en el sur-este. Pero en ambos perdió votantes.
Las elecciones eran regionales, naturalmente, pero Madrid no es una Comunidad Autónoma más. Ganó Libertad. Parece que el sanchismo tiene perdida la aguja de marear que tanta estabilidad le propició durante el año vivido bajo el Estado de Alarma. Tiempo hay por delante…