Resulta que existe un sindicato de manteros. Sí, de manteros, esa troupe de sin papeles que vende por las calles material falsificado de marcas de lujo. Todo libre de impuestos, naturalmente. Extienden en la acera una manta, montan su escaparate portátil y ¡a vender!, que son dos días.
Nada que ver con los laboriosos fabricantes salmantinos de Béjar, famosos por sus mantas merinas o de mohair, hoy en riesgo de extinción. Nada que ver; lo de los manteros del sindicato es cosa de la nueva política, afincada en el barrio madrileño de Lavapiés.
Pues a esa puerta ha llamado el aún vicepresidente Iglesias para meter en su lista electoral al presidente del llamado sindicato: Serigne Mbayé, un senegalés llegado en cayuco a Canarias, y a Madrid desde Galicia.
El numerito no tiene desperdicio. El candidato comunista tiene el tupé, perdón, el moño, de concurrir a unas elecciones del brazo de un auténtico monumento a la evasión fiscal, a la destrucción de empleo, a la falsedad. «Es un orgullo que vayas a representar el Madrid de todos y todas«, le dice a guisa de bienvenida el líder inmarcesible de la gente. ¿Cabe algo más?
Sí; el lacayo que pone voz en el Congreso a políticas de tan alto nivel, se ha apresurado a comentar la jugada: “Imagínate un Madrid gobernado por gente así” ¿No es maravilloso? Extraño encanto lo de soñar con pesadillas, pues ahí lo tienen. El Sindicato de Manteros y Lateros “es el lado correcto de la historia”, ha certificado Echenique.
En una de esas, el exégeta cobijará también en el lado correcto de la historia a la número dos de la candidatura de Iglesias. Porque lo del bueno de Mbayé es una broma comparado con llevar de número dos de la candidatura a una tal Isa Serra, persona condenada por los tribunales a más de un año de prisión, multas y alguna que otra pena por atentar contra la convivencia de los ciudadanos.
El dato es ese: candidata condenada por promover disturbios. La sentencia recoge los finos modos y maneras con que se adorna el personaje. En una manifestación, frente a una agente femenina: “Eres cocainómana, mala madre, hija de puta, con todo lo que hemos luchado las mujeres, contigo se pierde todo, no te quieren ni tus propios compañeros.” Y a otra: “Hija de puta, zorra; que te follas a todos los policías municipales’. ‘Vergüenza, si fuera tu hijo tendría que cogerte un arma y pegarte un tiro”.
¡Jopé con el lado bueno de la historia! Pues imagínense hasta dónde pueden llegar los destrozos de la campaña del 4 de mayo con Mi Persona de árbitro, el zascandil que pedía en el arranque de la campaña sanchista un gobierno de Madrid que se centre en los problemas reales de la ciudadanía. ¿Habrá problema más real que la falta de vacunas que mantiene en vilo a millones de madrileños por la absoluta incapacidad del llamado Gobierno de la Nación para cumplir su responsabilidad?
¿Para cuándo un sindicato de falaces incompetentes?