Iglesias se plantó y Sánchez volvió a hablar: “Cuando digo Diego, digo digo, y cuando digo digo, digo Diego”. Las puertas se abrieron de par en par y Su Persona anunció la solución: la Comisión de los fondos europeos estará formada a partir de ahora por todo el gabinete.
Un repique de campanas elevó la tontería a tono mayor; los octosílabos se trocaron en endecasílabos, y las cuartetas en sonetos. Redondo dio entrada a la portavoz para farfullar de borradores y no se entendió de qué cosas más. Eso fue todo.
El Napoleón que dijo aquella tan socorrida frase de “Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable. Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión«, qué pensaría hoy al ver que al otro lado de los Pirineos un primer ministro rizaba el rizo creando la llamada Gran Comisión, o Comisión Total.
Las cosas no pueden ir bien cuando no se sabe el idioma propio, el significado de las palabras, ni los conceptos que encierran. En español, Comisión, a los efectos en que estamos, se define como “Conjunto de personas encargadas por la ley, o por una corporación o autoridad, de ejercer unas determinadas competencias permanentes o entender en algún asunto específico.” Y el concepto implícito es: delegación.
Toma allá; si estos dislates son perpetrados por gentes previas a la ley Celaá, imagínese usted lo que de sí pueden dar los gobiernos Frankenstein del futuro. Presidentes, vicepresidentes, cónyuges, ministros y demás beneficiados públicos salidos de las escuelas sacudiéndose los suspensos y perseguidos hasta en los recreos por comisarias atentas al habla con que cantan los goles, las canastas o a lo que puedan jugar; eso sí, con el mínimo esfuerzo.
Además, entonces no podrán escudarse en que estuvieron luchando contra el fascismo y por la libertad, como Ábalos asegura que hizo cuando tenía entre ocho y catorce años. Eso es una carrera de méritos y no la de sus mayores, González, Guerra, Leguina, Laborda, Ibarra, etc., etc.
Notable lo de la pareja que vienen formando Su Persona y su vicepresidente favorito; favorito, sobre todo, porque los demás son mujeres. Dormirán o no, vaya usted a saber, pero lo que ya cada día está más claro es que el resto de los españoles comienzan a no conciliar el sueño como ya nos previno el doctor. Se pasan horas en vela especulando sobre la razón por la que Su Persona sigue esposado al socio elegido.
Ayer pensaban que todo se reduce al instinto de supervivencia que ambos tienen entrañado. Hoy especulan con la posibilidad de que, en el fondo, Su Persona quiere la claque dentro y no tirándole tomates desde la calle; que calentita está entre el paro, el cierre de las barras y las mascarillas que no dejan respirar.
Acabarán por dormir y mañana al despertar volverán a darle vueltas al cuento pensando en que, si han hecho una Comisión con todos, los 17 beneficiados por los presupuestos, por qué no acabaremos ahí los cuarenta millones de españoles, cobrando dietas en la gran Comisión Nacional para el reparto del nuevo Plan Marshall que dicen se avecina. ¿No oí yo en alguna parte que la caridad comienza por uno mismo?