Primero fue lo del virus chino, ahora, los impuestos. Madrid es la pieza a cobrarse por el sanchismo, harto de perder elecciones en la Comunidad más libre del Reino, por diversa, joven y emprendedora.
Los datos, ¡ay los datos! La realidad es pertinaz, y por eso fracasan quienes atacan lanza en ristre sobre el paticojo corcel de la mentira. Así ha sucedido con la política frente a la pandemia. De afrontar la primera ola con las peores cifras de contagios y muertes, tras aquellas manifas en que vicepresidentas, ministras, ministros y cónyuges gritaban aquella estupidez de que el machismo mata más que el virus, a registrar en las últimas semanas los mejores registros de la península.
Resulta que en Madrid sí que hay expertos sobre el terreno, con sus nombres, apellidos y direcciones correspondientes. Y bajo su dirección, Díaz Ayuso ha blindado la presidencia de la Comunidad cercada durante más de medio año.
En vista de tamaño fracaso, las fuerzas del progreso que no saben admitir una derrota, han abierto otro frente del que no saldrán mejor librados: la armonización fiscal, una puesta al día del Madrid nos roba, bandera con que los golpistas quisieron romper las crujías del sistema. Y qué mejor aliado al que cargarle el mochuelo que el mismo rufián a quien compran sus votos para seguir adelante.
Madrid hace dumping fiscal, dice el catalán que pasea por la Corte, el presidente del Gobierno lo bendice, y su vicepresidenta Calvo carga las tintas acusando a los madrileños de romper España; el PP pone en peligro la unidad territorial que Rufián garantiza. El mundo al revés.
Pero, señores asaltantes al progreso y bienestar de los madrileños, ¿han sido ustedes conscientes de la singularidad fiscal de otras regiones? Será un espectáculo digno de atención cómo explique su voto el peneuvista Esteban, siempre solidario con quien mande en el BOE, sea quien sea. No hay dios capaz de imaginarse a la burguesía vasca aplaudir una recentralización de la fiscalidad, ni la navarra, ni a los canarios, que sin conciertos ni fueros también tienen sus singularidades.
En vez de perder el tiempo con estupideces de este porte el sanchismo debería ocuparse en que el resto de los españoles administrara sus recursos como los gobiernos que eligen los madrileños. La capacidad fiscal de Madrid supera en cerca del 50% la media nacional; por eso ha podido bajar los impuestos que, como el resto de las comunidades del régimen común, tiene cedidos. Sus bases imponibles son tan amplias que con menor presión fiscal recauda más, y es la que más contribuye al fondo de solidaridad interterritorial.
Madrid se beneficia de la llegada de grandes empresas y contribuyentes de alta renta, naturalmente. La atracción que su fiscalidad pueda ejercer sobre ellos es directamente proporcional al miedo que provocaron las intentonas sediciosas a cargo de las autoridades de la Generalitat en los últimos cuatro años. Como antes, en los cuarenta del terrorismo etarra.