Sin escudo social, con la Fiscalía de Sánchez descubriendo sus vergüenzas, la Justicia que llama a su puerta, ajándose su movimiento aquí y allá, y la Unión Europea mandándole callar, Iglesias echa a correr Historia abajo para proclamar la república plurinacional. De la monarquía parlamentaria a una creativa síntesis del republicanismo golpista del 33 y los Taifas del califato de Córdoba; como vía de escape no parece que tenga demasiado recorrido.
Hay quienes piensan que mejor es tenerlo atado al banco azul que en la Puerta del Sol haciendo el gamberro, máxime con la que viene cayendo y está por caer. Parece que su presidente sopesa ventajas e inconvenientes de seguir acompañado por el excéntrico vicepresidente del que nada bueno sale.
Como blandiendo un hisopo cardenalicio, esparce insultos a diestra y siniestra con afán más propio de inquisidores que de defensor de la gente, o de los ancianos de las residencias cuya atención se atribuyó sin contar con nadie. Como aquello no rendía fruto alguno, el rijosillo vicepresidente miró para otro lado, tapose la nariz y se aprestó a seguir viviendo de los contribuyentes desde la piscina de Galapagar, que en la calle hace mucho calor.
Pero la coalición comienza a emitir esos ruidos que denotan que algo está afectando su estructura. En el otro lado, Sánchez se hace aplaudir por su vicepresidente tras el rescate europeo, olvida a quién debe los restos del partido sobre los que está donde está, dejando que su socio pida investigar a González, y lo nunca visto: ante el Supremo y el Constitucional se enfrenta con abogado propio, del partido, a los del Estado, ministerio de Justicia y Congreso, a cuenta del régimen sancionador de la Ley Electoral.
El presidente del Gobierno no quiere pagar los 500 euros de multa que le impuso la Junta Electoral Central por hacer propaganda desde su cargo, entrevistado por su presentador de cámara. Y parece importarle un pito que, si se declarara la inconstitucionalidad del régimen sancionador de la JEC, caerían sanciones de mayor peso, como las inhabilitaciones a golpistas catalanes.
¡Vaya pareja!