El banco azul, las alfombras, el sueldo seguro y los gastos reservados son sólidos pilares a los que amarrarse. Los podemitas lo tienen bastante claro. Su portavoz ha desvelado la clave: ante la tormenta de cerebros en que parece metida la otra mitad de la coalición, flexibilidad. La del junco, que reza la copla del Resistiré. El sanchismo hace como si estuviera abriendo el capítulo siguiente del manual de resistencia de su líder.
Visto lo que se le viene encima, con la misma alegría con que hace seis meses se echó en los brazos de Iglesias, Sánchez busca ahora compañías más cálidas. Engañará a los leninistas bolivarianos con el mismo arte con que toca la tenora a los golpistas catalanes que bailan sardanas a la espera del relator. Como engañará a las nuevas parejas que aguardan mejores tiempos sentadas en derredor del salón. Como volverá a engañar a sus socios actuales una vez repuestos del susto que acaban de llevarse.
Los publicitarios de La Moncloa, ellos marcan realmente la deriva a tomar en cada momento, tienen mejores encuestas que las que Tezanos siembra para que el común pierda toda esperanza de cambio. Y sus datos sociométricos les dictan la necesidad de un cambio de rumbo urgente, y mejor en el verano que en otoño.
Los veranos son siempre agradecidos para los grandes movimientos; desde la independencia norteamericana y la revolución francesa, hasta el comienzo de las dos guerras mundiales y de la española se fraguaron en veranos
Los presupuestos de Montoro ya no dan más de sí. Para salir del hoyo y poder pagar lo que se debe hay que echar cuentas nuevas. El precio de la investidura no se puede pagar, y el aurúspice en jefe le susurra al truhán (sic, la h abre el diptongo): hay que encontrar otra vía para el progreso, el de la coalición no lleva a ninguna parte.
Ante los tardo-comunistas se abre el abismo, o la gloria; quién sabe. Apechugar con las consecuencias de los confinamientos, ¿qué nos reporta?, rumiarán en Galapagar. Por el contrario, puestos en la calle con cinco millones de parados detrás no nos para ni dios. ¡Al fin podremos ganar la guerra perdida en el 39, y vuelta a perder en el 78! Eso sí que será un asalto a los cielos.
En frente, el centro derecha no tiene sencillo responder al trilero: la bolita nunca va a estar bajo un cubilete; el prestidigitador la oculta en la palma de su mano. La ventaja siempre es suya. Durante meses ha grabado en piedras, portales y carreteras de toda España palabras que suenan bien a las gentes de bien: unidad, lealtad y patriotismo. Valores seguros. Lo contrario es ruptura, felonía, traición.
¿La salida? Por qué pensar en salidas si quizá todo termine en que nadie se mueve.