Uno de los escándalos de la situación lo protagoniza ese organismo autónomo administrativo que atiende por las siglas CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas. Está adscrito al Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, ¡toma departamento!, cuya titularidad corresponde a la vicepresidenta primera doña María del Carmen Calvo Poyato, cuya relevante personalidad ocupa hoy las redes sociales por su atinado juicio sobre la geografía del coronavirus.
El caso es que el CIS siempre sorprende. Hoy daba cuenta de su último estudio sobre el estado de la opinión pública. Con datos tan sorprendentes como que la mayoría del personal, hasta un 46%, considera que la situación económica es buena.
Y el colmo de la irreverencia es que el partido del presidente gane unos puntitos en la estimación de voto mientras que a la pregunta sobre cuánta confianza le inspira el personaje, el resultado es el siguiente: Mucha: 5,9. Bastante: 31,2. Poca; 32,9. Ninguna: 29,3. Porcentajes que, resumidos, indican que sólo un 37% confía en él, frente al 62% que piensa y dice todo lo contrario.
O el común está pésimamente informado o está atacado por otro virus, el del masoquismo. O ni lo uno ni lo otro, que también, pero sobre todo que el presidente que Sánchez mantiene al frente del CIS se divierte como mono con pistola. Tan malo es su estudio que ni el diario de la casa le presta la atención merecida al subidón electoral pronosticado.
Y, como preví hace unos cuantos días, la prórroga por un mes del llamado estado de alarma se quedó en otros 15 días. Qué bueno es el presidente, atento siempre a la oposición, palmean los turiferarios. A la oposición de atrezo que se han buscado tratando así de confundir al personal harto de tanto progreso.
Pero ni en este juego son capaces de acertar; la baza brindada a la pobre Arrimadas le ha costado una división, y el fichaje estrella de su breve grupo parlamentario le hace un elegante mutis por el foro.
Mientras, Redondo, el gran gurú, se ríe aunque muerto de miedo, porque sabe lo que realmente da de sí lo de Tezanos; y la presidenta de C’s, se consuela con la idea que Sánchez le ha vendido: apoyarme a mí es liberarnos de los rufianes. ¡Por España, Inés, se trata de España!