Creo recordar que fue Fraga, jefe de la oposición entonces, quien le espetó al presidente González una frase que hizo fortuna: “el Gobierno sólo acierta cuando rectifica”. Aquello, dicho en los primeros años 80 del pasado siglo, hoy recobra sentido gracias al despelote del gobierno de coalición auto titulado progresista.
En el pandemónium en que estamos metidos pueden llegar a comprenderse fallas y errores de los encargados de la sanidad pública. También que los responsables de conducir el proceso a buen término no se ocupen como debieran de evitar que el país quede asolado y el virus dé paso al hambre.
Se pueden comprender, sí, pero todo tiene un límite. España es el segundo país del mundo por número de contagiados, el primero en relación con la población; y dejemos en paz a los fallecidos.
Desde Australia, un instituto auditor, ICMA, ha estudiado la respuesta de 32 gobiernos a la crisis. . Según el algoritmo que mide el grado de eficiencia, liderazgo y preparación, el gobierno español lo ha hecho peor que Italia, Bélgica, Francia, Holanda y el Reino Unido; ¡mucho peor que los Estados Unidos de Trump!
Además de la toma de decisiones, el aprovisionamiento, medios, etc., la calidad de los datos y la transparencia de la información es uno de los puntos del análisis, que también atiende a la influencia que los populismos hayan podido tener en la gobernanza.
Lo ocurrido este martes es la guinda que corona una tarta de despropósitos incurridos en la adopción de medidas. Desatinas que el Gobierno corrige en cuestión de horas, dos, ocho o veinticuatros según los casos. Lo de la exclaustración de los niños, medida anunciada por el propio presidente en su homilía de sábado, lo redujo el consejo de ministros a la posibilidad de que acompañaran a sus papás al super o a por pan, periódicos o tabaco.
Y así lo anunció ufana la portavoz, ante el estupor generalizado del común. Según lo anunciado parece que el gabinete pensó que metiendo a los niños en Alcampo, por poner un ejemplo, estarían mejor que al aire libre. Hasta los perros tendrían mayor libertad de movimientos.
Y claro, el clamor traspasó los muros de la Moncloa y Redondo, Iván, no tuvo más remedio que inventar otro decreto que, como de costumbre, está por redactar.
La rectificación fue rápidamente utilizada por el vicepresidente segundo para ponerse la medalla a que todo populista se siente acreedor. Dos tuits: “Acabo de hablar con el Ministro Illa tras la reunión de los equipos de la Vicepresidencia Segunda, Sanidad y el equipo de desescalada que coordina la Vicepresidencia cuarta.”, dice en el primero, para congratularse en el segundo de que se haya hecho caso al sector podemita.
De la rectificación queda patente el estado de la unión dentro del gabinete; francamente mejorable, o quizá inaguantable. Lo que no obsta para que la reclamen a la gente entre imágenes bélicas y sermones traídos de la segunda guerra mundial.
Los trabajos para alcanzar los acuerdos de reconstrucción probarán hasta dónde llega la conjunción de intereses del presidente Sánchez y su vicepresidente Iglesias.