Sánchez mostró anoche su mejor perfil. Cuánto tiempo dure en esta pose es cuestión de difícil respuesta, conocido el personaje. En cualquier caso, demostró la habilidad suficiente para imponerse a los socios de gobierno, así como a sus acreedores parlamentarios.
La filtración del borrador del Decreto permitió comprobar horas después que puso en su sitio, el de alguacil, a su vicepresidente segundo, empeñado en aparecer entre las firmas del texto legal y en colar la nacionalización expresa de industrias, como la farmacéutica, hospitalaria, hotelera o de transporte.
Ni una cosa ni la otra, aunque ante una de las preguntas formuladas por los informadores enlatados, el doctor se cuidó de entrar en la cuestión de las nacionalizaciones.
El vicepresidente que se saltó a la torera la cuarentena impuesta por tener el virus en su propia casa peleó duramente su papel en la coalición, y así duró lo que duró el Consejo. Fallido su empeño en figurar en el BOE también cayó en el vacío el nombre de su compañera y ministra de Trabajo. La intentona tropezó con la ironía soterrada de los miembros del gabinete que maldicen la hora en que siguieron a los comunistas a la violeta en la gran kermese del 8-M, día nacional del Covid-19.
Sánchez también se impuso a los de la boina y la barretina que en el Estado de Alarma sólo veían la invasión de competencias. El presidente tenía el sentido común a su favor, y en esta ocasión lo aprovechó.
Su fatigada respiración, quizá no ajena a la entrada del virus en la residencia presidencial, aportó cierto dramatismo al eficaz exordio con que se adornó al término de su comparecencia.
Entre otras cosas, este sábado quedó claro que la coalición con Iglesias ha sido una muy mala inversión. Financiada con el crédito de nacionalistas y sediciosos, además, será una ruina. Iglesias trató de exceptuar a las comunidades vasca y catalanas del mando centralizado que impone la declaración de Alarma; estaba pagando la cuota parte de su presencia en el Gobierno, además de desarmar el Estado constitucional. En fin, ayer no fue su día.
En todo caso, cuando a partir de ahora se trate de fiscalidad, de libertad de empresa, de euros en suma, las contradicciones entre comunistas bolivarianos y los reaccionarios epígonos del carlismo acabará reventando el globo del doctor Sánchez, su bonito gobierno de progreso.