La chapuza del acuerdo rubricado por el sanchismo y los sediciosos catalanes es de tal magnitud que mucha hambre para ser tragada necesitan cuantos se sientan en los escaños del PSOE.
Media docena de socialistas consecuentes con la aportación de su partido a la democracia que vivimos sería suficiente para devolver al corral el morlaco que está reabriendo las heridas cerradas en 1978.
Todo resulta inverosímil y sin embargo todo cae con el aplomo de las leyes de la física. Parece una broma pero dista mucho de ser ese el móvil perseguido por el autor del guion. Se trata de un golpe de Estado. El sanchismo está domeñando la soberanía nacional al burlar la institución en que ésta reside.
No hay más mesa de diálogo para resolver un conflicto político -así llaman a la sedición catalana- que la del Congreso de los Diputados. Ese es el único ámbito en el que cabe dirimir diferencias y alcanzar acuerdos porque cuenta con aval de los representantes elegidos por todos los españoles. Lo demás, teatro de marionetas.
El ansia de poder de la pareja sancho-comunista es tal que atropellan cuanto pueda ponérseles por delante. No hay institución ni principios que no salgan malparados de estas prisas con que quieren cerrar su acceso a los cielos; como sea. Mesa bilateral de Gobierno a Gobierno, sin problema; consulta popular de lo que resulte sólo a “la ciudadanía de Catalunya, de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político” -toma referéndum-; instrumentos representativos a tener en cuenta, claro: “la Comisión Bilateral Generalitat-Estado y la Taula de Partits existente en el Parlamento de Cataluña”.
Y como al aprendiz de brujo de aquella lejana “Fantasía” de Disney, al tal doctor fraude se le van acumulando los desastres porque lo que mal comienza suele terminar peor. Hartos de angulas, los vascos se llaman a la parte y a los jesuíticos del PNV les entregan Navarra como a los bilduetarras lo que necesiten, que los votos son oro puro: fútbol, toros, lo que pida el terrorista que hace unos años el padre de este sindiós calificó de hombre de paz.
Con el desenterramiento de la momia de Franco comenzaron a reabrirse las cicatrices del cainismo enterrado medio siglo hace ya. Grotesco inicio de esta nueva política emprendida por el Secretario General del PSOE, baldón que pesará en la historia del partido como la revolución de octubre del 34, golpe de Estado que dieron en plena segunda república.
Y frente a ello, ¿todos silentes, prietas las filas? Con media docena de espíritus libres la situación comenzaría a tener remedio.
El que se mueve no sale en la foto, dijo hace años otro líder socialista de talante bien diferente del que hoy marca el paso a sus secuaces. Entonces el objetivo era consolidar la España constitucional; hoy se trata de desguazarla. Ante ello permanecer inerte más que traza de prudencia es indicio de agonía.