La realidad acabó aplastando las buenas intenciones de los mentores de Ciudadanos: Sánchez ha entregado su futuro a Iglesias. Lo confirmó tajante, aquel abrazo del 12 de noviembre rubricaba un matrimonio como los de antes, “hasta que la muerte os separe”. Y ante tal manifestación de indisolubilidad, no caben componendas. Casado demostró por qué no podía apadrinar el engendro sanchista-comunista y Arrimadas volvió a ver las cosas como son.
Sánchez seguirá pues adelante, incluso con faroles. No necesita gastarse mucho más con los sediciosos y secuaces; ellos saben qué es lo que le conviene. La coalición llamada de progreso es la llave capaz de abrir todas las puertas, desde las del poder judicial y la fiscalía general hasta las de la prisión Lledoners.
En este teatro del absurdo con que el sanchismo degrada la política nacional, brillaba ayer el parlamento de la portavoz Lastra reiterando por enésima vez que populares y ciudadanos serán los culpables de que Sánchez acabe en manos de los independentistas.
Hay que tener muy perdida la vergüenza para ignorar que el escollo está en la presencia de los comunistas con mando en el gobierno que Sánchez ya tiene armado. No lo pudieron dejar más claro los dos opositores tras el encuentro mañanero, pero como verdad y sanchismo constituyen un colosal oxímoron siguen erre que erre tratando de engañar a niños y jubilados pegados a la tele.
El asalto a la realidad, a la verdad, socava los cimientos de la convivencia. Culpar a populares y ciudadanos de dejar expedito el camino a los independentistas es doblemente ridículo cuando acabamos de ver al preclaro Iceta sacarse del caletre la definición de la nación que es Cataluña como “un sujeto político no independiente”. En fin…
Y ya puestos, ¿por qué no asaltar el gobierno de la Comunidad de Andalucía, con el pretexto del mal gobierno que tuvo hace dos años? Que fueran socialistas, qué importa, al fin y al cabo Susana no es amiga; que la consejera de Hacienda que tan mal lo hizo hoy sea mi actual ministra, pues la cambio y todos contentos… Y todo ello con la solemnidad de una mera carta de un Secretario General de la Administración Central a su colega en la Autónoma.
La cacicada es de órdago a la grande; toda una demostración en vivo de hasta dónde puede llegar el insensato en funciones si llega a dejar las funciones. Este tipo no parará en mientes para arruinar todo tipo de competencia. De bajada de impuestos nada; el dinero está mejor en manos del progresismo y LGBT+ que en las de sus propietarios; control de las inversiones, guerra al ahorro, a por las sucesiones y patrimonios, y la renta a tope.
Sin consenso ni Senado de por medio ayer descubrió el uso torticero del 155 para flagelar a un gobierno centroderechista sin otra culpa que la de haber heredado una administración socialista que llevó mal las cuentas mientras tapaba el mayor latrocinio registrado en la España constitucional. Impune decisión que a ver quién es capaz de revocar.
Para devolver a la política la nobleza del arte de la promoción de los intereses generales y de la libertad, nuestra sociedad está necesitada de un serio proceso de regeneración; el necesario para cerrar la osadía de Sánchez y secuaces bajo la doble llave que Costa pedía echar al sepulcro del Cid para que no volviese a cabalgar. Así lo puso al frente de su obra Crisis política de España. Era otra crisis en la España de hace un siglo y cinco años.
Cómo pasa el tiempo…