“Otra victoria como esta y regresaré solo a casa”, exclamó el rey egipcio Pirro tras perder millares de soldados en su victoria sobre los romanos. La frase le cuadra como anillo al dedo al doctor cum fraude tras el gatillazo electoral que ha coronado la campaña que él solo se preparó. Mendaz como acostumbra y auxiliado de espectaculares efectos especiales, como el sobrevuelo de la momia de Franco sobre los montes de El Pardo y el aprovechamiento en beneficio propio del patrimonio nacional que requirió una admonición de la Junta Electoral Central, Sánchez ha quedado peor de lo que estaba.
Ha ganado, sí, perdiendo tres diputados y el uno por ciento de su peso en el censo de votantes; el mismo porcentaje cedido por su vecino de la izquierda, que se deja 7 escaños. Los tres que aporta Errejón no son suficientes para evitar el lastre de los sediciosos catalanes, filoetarras y nacionalistas vascos en un eventual gobierno Frankenstein.
Claro que tan pírrica victoria ya la quisiera para sí Rivera. El líder de Ciudadanos ha conseguido en medio año perder cuarenta y siete escaños, o reducir a la mitad su peso en el electorado del país. Su errático paseo por la política, abrió las puertas del Gobierno a Sánchez traicionando a su socio de legislatura y un año después se las cierra tras las elecciones de abril, le ha convertido en irrelevante.
Su negativa a sumar con los populares una alternativa al sanchismo le pesará de por vida. Cuando sus escuderos han perdido sus escaños él endosa su responsabilidad a un Congreso; todo un sarcasmo. El líder tiene razones que sus pares no alcanzan a comprender, como impedir a Arrimadas presentar su candidatura a presidir la Generalitat tras ganar las elecciones catalanas. ¿Espejito, espejito, hay alguien más guapo que yo?…
Sin Villegas, Girauta, Hervías, Espejo-Saavedra, y demás, poco futuro se adivina en la formación, poco futuro distinto de su suma con los populares, tan lenta como ineludible. Hay precedentes, tanto en la derecha, PPD-AP, por ejemplo, como en la izquierda, PSOE-PSP.
Para triunfo, el de Vox. La versión más dura de la derecha hasta hace un año embalsada entre las corrientes populares soltó los pies por alto excitada desde algún centro de las propias filas populares. Enfrente, Sánchez, Calvo y Tezanos pusieron sus mejores esfuerzos en lanzarlos a las estrellas. El éxito no ha podido ser mayor, 52 escaños, un 15% de los votos emitidos.
Todo un paradigma de las operaciones divide y vencerás. Los populares de Soraya y Rajoy hicieron algo similar con Podemos frente al sanchismo. Hoy, la consolidación momentánea de Vox ha conseguido romper lo que sería el primer grupo parlamentario, 142 escaños sin contar los efectos de la ley electoral.
Los populares de Casado han salvado los muebles. En medio año han sumado más de seiscientos mil votos para llegar a los 90 escaños. Tan insuficientes para gobernar como necesarios para hacer posible un Gobierno nacional con capacidad para afrontar el futuro más incierto a que los españoles nos enfrentamos desde que vivimos en democracia.
Anoche Casado no hurtó el reto. Después de subrayar la incompatibilidad existente entre sus propuestas y los anuncios del sanchismo, insistió en que estará a lo que demande el interés general de los españoles. ¿Estará dispuesto Sánchez a negociar un pacto de legislatura sobre cuestiones como la crisis económica en ciernes, la catalana, el sistema educativo o la igualdad de todos los españoles ante la Ley, entre otras, con quien realmente puede aportarle la fuerza que necesita?
Por ahí va lo que importa. El resto, literatura.