Además, o más, que agredir a agentes de seguridad y otros pacíficos ciudadanos, de incendiar coches y mobiliario urbano, de forzar el cierre de la fábrica más relevante de Cataluña, SEAT, de atentar contra la primera industria nacional, el turismo, de impedir el tráfico por tierra y aire de miles de ciudadanos, mercancías y demás, los energúmenos han conseguido cerrar Barcelona a la Cultura.
Con la misma facilidad con que aquel alemán de ridículo bigotillo y afectado flequillo quemaba libros, rompía cristales, incendiaba barrios y masacraba judíos, la fuerza de choque del absurdo vicario del forajido Puigdemont ha conseguido en cuarenta y ocho horas dejar la capital catalana sumida en las tinieblas de la barbarie. ¡Abajo la cultura burguesa!
El Palau de la Música ha tenido que cancelar el concierto de Sir Simon Rattle y la mezzo Magdalena Kozená, acompañados por un conjunto de cámara de la London Symphony que dirige el hasta hace poco conductor de la Berliner Philharmoniker.
“Por motivos de fuerza mayor” el Gran Teatro del Liceu ha suspendido las representaciones de Turandot, ópera de Puccini que venía excitando el celo de los saboteadores.
El Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona aplaza Les Impuxibles, el espectáculo de fusión artística de la pianista Clara Peya con la bailarina Ariadna Peya, y cierra la exposición Feminismes!
Y hablando de música pop, Ana Belén, José Domingo, Aitana, Lorena Álvarez, La Casa Azul, Albert Pla y algunos otros no podrán cumplir con sus públicos, como la cava de jazz Jamboree y Tarantos que echa el cierre sumándose a la huelga.
Así hacen país. Ni subvencionados por quienes ya quisieran disfrutar de tantas oportunidades, los Torra, Colau con Iceta y tantos otros están consiguiendo asolar aquel otrora rico y brillante rincón español.
Hasta aquí ha llegado el sueño de Pujol I el Cleptómano. El sueño se ha trocado en pesadilla. Del despertar, Sánchez y sus peones no quieren saber nada.