¿Partido de Gobierno? Lo de menos es hablar de plurinacionalidad o de federalismo, conceptos tan lejanos como ajenos a las necesidades de los españoles. Lo relevante del caso, lo que refleja el carácter tramposo del sanchismo es que retiraran ambos palabros del programa preparado para los próximos comicios y en horas veinticuatro los hayan repuesto.
El equipo encargado del programa pensó que al meterse en ese dibujo la inmensa mayoría de españoles iba a tacharles de lunáticos. Las cosas en Cataluña no están para echar leña a las barricadas con el falaz propósito de apagar las llamas. Consecuencia: fuera alusiones a lo que han venido proponiendo desde hace años, y que aquel “hombre de paz” llamado Zapatero elevó a proclama presidencial; su célebre nación discutida y discutible. Por cierto, ¿se lo habrá explicado a Morales, el caudillo bolivariano cuyo chocante triunfo ha arropado con su presencia?
Movido por ese impulso tan noble como desinteresado de vender por unos votos su histórico patrimonio, Sánchez dio el visto bueno: adelante con los faroles, ni plurinacional ni federal; ¿a ver quién se atreve ahora a echarme en cara que dependo de Junqueras, Colau, Otegui y demás bilduetarras?
Pero tanto va el cántaro a la fuente… que Iceta, ese señor encantador que cuida los pastos en la Cataluña que dejó Pujol hecha unos zorros, con tres generaciones de jóvenes cachorros inoculados con el virus sedicioso, se plantó, y como Castro cuando decretó “Se acabó el recreo”, ordenó reponer lo de la nación de naciones. Y todo volvió a quedar como estaba, ventajas de no tener listo el programa electoral a dos días vista del inicio de campaña y a menos de dos semanas de la cita ante las urnas.
¿Partido de Gobierno el que no sabe qué hacer con Cataluña, con la crisis larvada, con la carencia de empleo, con el desistimiento de autónomos y falta de emprendedores, con el ahorro de CO2, con los impuestos, con la enseñanza, con… con nada que pueda abrir un boquete en la cesta de los votos?
¿Partido de Gobierno cuya cabeza de cartel es un ciudadano expedientado por la Junta Electoral Central por abusar de su posición dominante al utilizar la sede presidencial como decorado de su campaña, un ciudadano que cobró unos euros por publicar un libro ciscándose así en las normas existentes; que no declaró que tenía un contrato firmado para explicar su manual de resistencia, libro que le escribió una funcionaria por él promovida; un doctor que plagió su tesis doctoral en una universidad sometida a investigación por su caso y algunos más, que siguió plagiando en otro libro; un candidato que cambia de opinión, juicio y talante con la velocidad de la veleta bien engrasada y que predica el dialogo como si del bálsamo de Fierabrás se tratase?
Más que un partido de Gobierno parece a una partida al asalto de los votantes.