El asunto es viejo como la tos. Hace cosa de un siglo, aquel liberal y gran cacique Romanones, a la sazón presidente del Consejo de Ministros que aprobó el decreto que veinticuatro horas había negado tajante, se explicó ante los sorprendidos periodistas: “tengan ustedes en cuenta que cuando digo jamás, siempre me refiero al momento presente”.
Pues ese es el valor que tiene en “no es no” con que Sánchez ha querido taponar la vía de agua abierta entre sus presuntos votantes por la locuacidad de Iceta sobre la cuestión del referéndum, además del manifiesto apoyo que los golpistas catalanes y filo etarras vascos acaban de prestarle para aprobar los alegres decretos-ley con que saqueará nuestros bolsillos.
En Zaragoza volvió a enrollarse en la bandera para proclamar cosa tan novedosa como que “la Constitución no reconoce ese derecho a la autodeterminación”. Por ello aseguro ayer que no habrá independencia.
Y también porque parece haber descubierto que “los catalanes no quieren irse de España; el problema de Cataluña no es la independencia sino la convivencia”. Toma frase original; no hay bronce suficiente para grabarla en la Plaza de San Jaime, ni agallas para espetársela a Torra, su confidente ocasional.
Y para colmo de todos los colmos, el jefe del partido que proclama la necesidad de hacer de España un Estado federal, hasta el mismo González lo apuntó la pasada semana, cantó la copla al revés: “Nosotros vamos a defender con uñas y dientes el Estado de las autonomías”.
El diario amigo, resumió así el mitin en la capital de la Pilarica: “El grueso del discurso de Pedro Sánchez es el clásico de un partido de Gobierno socialdemócrata, con tintes moderados, buscando la centralidad y con énfasis en las políticas sociales.” Ahí lo tienen; moderado, centrista, patriota, español. Podemos le interesa, ni tocarlos.
Lo contado revela hasta qué punto su campaña electoral se reduce a decir lo que le dicta el negro escribiente con las encuestas en la mano. Las denuncias de la oposición parecen estar surtiendo efecto entre quienes en los sondeos se apuntan al que manda. Todo es pura táctica, y no sólo en el caso del doctor cum fraude.
Ahora conviene decir que no es no al referéndum con que Iceta arriesgó si los separatistas subieran sobre el sesenta por ciento, como en Ciudadanos han querido salir de su estancamiento prometiendo otro no es no a una investidura del sanchista.
Triunfar contra ésta será poco menos que misión imposible dada la ausencia de sincronía entre las piezas que cubren el centro y el borde derecho del puzle nacional. Joder qué tropa, como Romanones suspiró tras la burla de los académicos que le negaron el voto prometido.
Queda el consuelo de que entre los sondeos y las urnas median tres semanas, y que “el futuro no existe, existirá”. También lo dijo nuestro invitado especial de hoy.