Faltan unos cuantos días, pero desde que decidió darnos con las urnas en los bolsillos, todos los viernes son de dolores. Aquello de que el dinero público no es de nadie ha terminado formando parte del ADN sanchista; la lugartenencia de Calvo es una muestra de reconocimiento.
Dentistas gratis, sueldos gratis, matriculas gratis, guarderías gratis… y dos huevos duros que diría Marx el bueno. Alegría para el cuerpo sin parar en mientes, que otros vendrá más tarde a reponer la despensa. Es lo que viene pasando cuando el Estado cae en manos de este nuevo socialismo, tarea a la que en las últimas semanas se viene afanando con arrojo Pedro Sánchez.
Ya hizo el rodaje durante los nueves meses de su legislatura particular, legislaturilla por mejor decir; corto espacio de tiempo pero fecundo para quien va pisoteando lo sembrado mientras se las ingenia para seguir dándole en las narices a sus mayores desde la Moncloa. Pobre.
Recién pasado el verano el país comenzó a deslizarse por la pendiente, suave pero constante, que está aminorando el bienestar de toda Europa. Ajustes, despidos, la sequía agrícola, menos exportaciones y la amenaza del Brexit que se cierne sobre todos la Unión le importan un bledo; a vivir que siempre es verano.
El cuadro no es alentador; subido al colchón mágico que se agenció nada más llegar al Gobierno, sobrevuela la realidad sin reparar en lo que se está cociendo, aquí y en el resto del mundo. Su paso por el banco azul ha resultado estéril en todos los frentes, y no precisamente por haber tenido la cabeza ocupada en resolver una quiebra económica como la que Rajoy recibió de su compañero Zapatero.
Los españoles hemos pagado el coste de sus maniobras para asaltar el poder pertrechado con las peores armas presentes en el parlamento. Ahí está la cuestión catalana, donde estaba porque el diálogo era una filfa propia de un consultor de imagen. Cuando lo descubrieron, los golpistas se hicieron un capirote con sus Presupuestos Generales del Estado dejándole colgado de la brocha, al tiempo que le ponían puente de plata para convocar elecciones.
La convivencia civil se ha hecho menos civilizada que nunca por su estólido empeño en sacar de la tumba la momia de Franco y demás efectos especiales creados para romper el abrazo nacional de la Transición.
El autor del famoso “no es no, y qué parte del no no ha comprendido” con que se cerró a todo entendimiento con Rajoy, tuvo hace un par de días el tupé de achacar a sus oponentes el establecimiento de “cordones sanitarios”.
Pero, en fin, en un par de días vuelve a ser viernes de alegrías y dolores, de gozos para hoy y sombras para mañana. Dale alegría a tu cuerpo, Macarena…
Los sones de la “Macarena” de Los Del Río son más propios que el “Te quiero” de Perales con que ayer ilustró su mitin. Al fin y al cabo el mismísimo Clinton la utilizó en su segunda campaña. Le resultó, y Antonio y Rafael se forraron.