Al cabo de ochos meses y medio en la cabecera del banco azul Pedro Sánchez, presidente saliente, aún no se ha enterado de que lo público es del público, como que el Falcon no es un Uber para ir de paseo. Hoy ha utilizado la sala de prensa de la presidencia del Gobierno de España para dar un mitin electoral como si aquello fuera la plaza de toros de Vistalegre. El personaje no tiene remedio.
Tampoco ha caído en cuenta de lo cortas que son las patitas de la mentira. En el largo mitin aprovechando las instalaciones del Estado como cosa propia, o como si no fueran de nadie que dijera su vicepresidenta Calvo hace catorce años, presumió de humilde y no supo sustraerse a la pulsión por mentir.
Y así fue desgranándolas una tras otra, hasta coronar el rosario con aquello de que los independentistas siempre han sabido donde está el Gobierno… “porque siempre hemos estado donde hemos estado”. Siempre, con la contumacia de la veleta. Si así hubiera sido, ¿a cuento de qué tanto diálogo, mediador, cumbres y demás con quienes sólo quieren hablar de autodeterminación?
Pero antes del gran disparate, mintió diciendo que la moción de censura que le puso en la gloria no fue para echar a nadie sino para que hubiera un gobierno no partidista. ¡No partidista! Con el diálogo como mantra, un gobierno abierto y ejemplar, que impulsó la memoria histórica y ha traído una radio y televisión pública objetiva y plural.
A la vista de la caída de audiencias en RTVE, y de forma especial en los informativos, hablar de una televisión objetiva y plural es tomar por imbéciles a los españoles. Ah, y españolas, que no perdió ocasión para reiterar tamaña simpleza. Como presumir del aumento del salario mínimo y de creación de empleo, cuando precisamente la demagogia pactada con Iglesias está afectando el empleo, sobre manera entre los jóvenes.
Y qué decir de atribuirse el saneamiento de las cuentas públicas en un trimestre, que es el tiempo dispuesto tras las vacaciones veraniegas y las de diciembre; o de haber recuperado la sanidad pública.
No paró la cosa en presumir de haber consolidado empleo, crecimiento y el estado de bienestar; se adentró en las reformas de la calidad democrática, con leyes muy importantes “para el bienestar y prosperidad de la ciudadanía”, como la ley de eutanasia, ley mordaza, reforma laboral, voto rogado, igualdad laboral y pobreza energética.
Calidad democrática pero no acudió a los requerimientos del Senado; ¿será calidad democrática acusar de filibusterismo parlamentario a la oposición por tener mayoría en la mesa del Congreso? Tremendo respeto por las instituciones.
Y llanto por unos presupuestos sociales después de 7 años de injusticia social, que habrían rehabilitado políticas de vivienda, educación, empleo juvenil, impulso a la ciencia, sector energético; buenos para los españoles, dijeran lo que dijeran la Unión Europea, el Banco de España, y cuantos pusieron una calculadora encima.
Esencia de mitin electorero en la sede de la presidencia del Gobierno del Reino de España. Y así seguirá el mes y medio que piensa pernoctar en La Moncloa.