Como si esto fuera Venezuela el Gobierno Sánchez acepta un mediador en sus conversaciones con los golpistas. Un relator, dice la vicepresidenta Calvo, que tome nota de lo que se diga, convoque reuniones, etc. Todo la mar de lógico cuando se trata de “una negociación que están llevando los dos gobiernos”, palabras de Iceta.
¿Por qué no se van de una vez a hacer puñetas? La secuencia de los hechos demuestra cuál es el único objetivo de este Gobierno: seguir tirando, evitar las elecciones generales porque ni ellos se creen lo que pronostica Tezanos. Pues así ha nacido la figura del relator:
1.- Puigdemont y Tardá pidieron hace semanas la presencia de un mediador en el encuentro de partidos, y Bonvehí, actual vocero de los convergentes o como ahora se llamen, manifestó que sólo con esa condición revisarían su oposición a los Presupuestos Generales del Estado.
2.- Anteayer, ERC anuncia una enmienda a la totalidad de los Presupuestos, a la que se sumarían los neoconvergentes.
3.- En horas veinticuatro, viéndose al borde del precipicio, el Gobierno acepta que la mesa de diálogo entre partidos cuente con el mediador que Torra pidió hace un mes. Eso sí, trata de embellecer su papel llamándolo “relator”; una persona neutral, dice Artadi, algo así como un notario de lo que allí se exponga.
La majadería ha sido juzgada con gracia y acierto por los anticapitalistas. Un diputado de la CUP puso las cosas en su sitio al decir que si la base de todo dialogo es la confianza y buena fe de los presentes, pedir que en medio se siente alguien para dar fe de lo que se diga es ridículo.
En fin, una cesión más a unos sujetos empecinados en humillar al Estado, como demuestra el hecho de la filtración que simultáneamente hizo la Generalitat de las peticiones que su presidente puso sobre la mesa en su último encuentro – ¿cumbre? – con el del Gobierno del Reino de España. No tienen desperdicio; aquí está el enlace para acceder al documento.
El diálogo por el que la vicepresidenta ofreció ayer vida y hacienda: «si dialogar es un delito, soy culpable y espero mi condena» aseveró, no deja de ser una ficción para estirar los tiempos hasta terminar, en el mejor de los casos, en el mismo punto de partida.
Como Zapatero en Venezuela, y Sánchez aquí hasta que le pusieron en órbita González, Merkel y Macron, parece que aún no se han enterado de que el diálogo es como el tango, que se necesitan dos para bailarlo.
En nuestro idioma común diálogo significa “discusión o trato en busca de avenencia”. Está por ver que los golpistas hayan dado alguna muestra de querer encontrar una solución al problema en que ellos mismos se están ahogando. Chapotear en esas aguas no es dialogar.
¿Cuál será la siguiente cesión para que los ministros puedan seguir conociendo mundo y, entre vuelo y vuelo, el presidente escribiendo libros en su despacho de la Moncloa? Nuestro problema no está sólo en Cataluña.