Terminarán llamándolo “el señor de las derrotas”. No pasa elección sin que las huestes de Sánchez sean penadas con la derrota. Y en términos drásticos, siempre cosechando los peores resultados históricos del partido. En mi opinión esto es más relevante que el juego de las sillas al que ahora se aprestan los partidos presentes en el parlamento regional andalusí.
Con Sánchez al frente, la socialdemocracia tiene los días contados en España. No sería nuevo en nuestro entorno. Francia o Italia ya lo han vivido y Alemania está en ello. Secuelas de la quiebra del bipartidismo, sólido soporte de la democracia parlamentaria y hoy alegremente denostado por las minorías recién acampadas.
Los dislates característicos en toda campaña electoral suelen ser sobrepasados por las sandeces que se escuchan tras el recuento de los votos. Triste panorama el que dibujan los juicios y ocurrencias de buena parte de la clase política en presencia, y de los medios adeptos a cada cual.
Hoy, uno de los memes más chuscos es el mayday, mayday de la llamada progresía para cerrar el paso a la extrema derecha, Vox, como si sus socios podemitas y diversas confluencias fueran piadosos constitucionalistas de centro izquierda. Siempre prestos a implantar cordones sanitarios para cerrar el paso a las libertades, los apoderados del socialismo actual no reparan sobre la catadura de sus propios compañeros de viaje.
Y qué decir de la desfachatez con la que el recalcitrante perdedor ante las urnas comenta entrando en un avión, su estancia favorita, que espera que la mayoría deje gobernar a quien más votos ha cosechado… El comentario del marido de doña Begoña, presunta primera dama, hizo temblar a los munícipes y gobernantes regionales de la media España que sus huestes gobiernan sin haber ganado. Por no hablar de su propio caso, naturalmente.
La última derrota del sanchismo prueba el triunfo de las campañas oponentes, centradas en hacer ver a los votantes que Andalucía no es un archipiélago aislado del país, aunque lo haya parecido durante cerca de cuatro décadas, tantas como las que vivieron bajo el franquismo. Se acerca pues todo un cambio de régimen, con los costes que ello conlleva.
El crecimiento de Cs es debido Arrimadas, su protagonista en la campaña, que ha sido capaz de hacerles olvidar el papel ancilar del Susanato jugado por su partido durante los últimos tres años. Que pese a la pérdida de escaños los populares hayan mantenido la segunda posición es obra de su líder nacional. La campaña de Casado ha conseguido salvar el gap que separaba a Moreno, el candidato que le vino rodado, de sus competidores.
La aparición de Vox tiene en el hemisferio diestro las mismas causas que el movimiento podemita en el siniestro: populismo radical para alimento de desencantados por tanta gaita templada en manos de sus históricos referentes. Y la debacle de los descamisados es lo propio de una gente que ha descubierto las trampas de los trileros bolivariano leninistas.
Otro meme curioso es el que culpa de la alta abstención a la última encuesta del CIS que daba por segura la victoria socialista con una horquilla entre 45-47 escaños y situaba a Adelante Andalucía como segunda fuerza en intención de voto. La realidad ha destrozado el barómetro que maneja Tezanos; los socialistas se han quedado en 33 y la coalición podemita-comunista en cuarto lugar con 17. De mayoría, nada.
Enfrente situaba a Populares y Cs, igualados con entre 20 y 22 escaños; los populares obtuvieron 26 y los ciudadanos 21. Pero lo que ha hecho saltar todas las alarmas sobre el aparato demoscópico en manos del gobierno sanchista ha sido el pelotazo de Vox, que frente al único escaño pronosticado se ha alzado con 12.
Conclusión: el doctor tramposo no gana ni las encuestas. A ver cómo se portan ahora los otros; tiempo al tiempo y que santa Constitución los ilumine.