Y todo por unos meses más en la poltrona del poder. Con la reunión del Consejo de Ministros en Barcelona Sánchez ha regalado al racista que preside el gobierno sedicioso instalado en Cataluña la imagen de una “cumbre entre los gobiernos español y catalán”. Así ha definido la Generalitat el encuentro entre el vendepatrias y el golpista. Que Moncloa lo califique de reunión no es el lenitivo que la felonía requiere. Ni tampoco la introducción durante el acto de una poinsettia roja entre las dos amarillas que lucían en la sala. ¡Todo por la imagen!.
Los centenares de efectivos de las fuerzas de seguridad sellando la estancia del Gobierno del Reino de España en la segunda ciudad de la nación es el mayor triunfo de imagen que podían esperar los facciosos. No hacen falta embajadillas, redes sociales rusas, ni periodistas subvencionados para convencer a medio mundo de que España está al borde de quiebra; bastan las imágenes retransmitidas por las televisiones y que mañana publicarán los diarios impresos.
El doctor falsario compra el apoyo a sus presupuestos y sigue pagando el precio de su permanencia en el poder al que accedió aupado por el conglomerado de fuerzas antisistema. Aquello fue una compraventa; lo de ahora es un chantaje que nunca confesará. En siete meses no ha hecho otra cosa que mentir hasta el colmo de negarse a sí mismo. Ahí reside su fortaleza.
Buena parte del país asiste atónito a los desmanes de un gobierno insólito, capaz de afrentar creencias, intereses y aficiones de los ciudadanos sin que pase nada. Un gobierno líquido, incapaz de mantener un criterio fundado más allá de los dictados por la imagen cortoplacista de un interés tan propio que terminará aislándolo en la marcha de la sociedad.
Pocas cosas más esclarecedoras de lo sucedido hoy, día 20 de diciembre, que la confesión de los sediciosos que han puesto fin a la huelga de hambre porque “hemos alcanzado nuestro objetivo”.
No parece que estuvieran refiriéndose a los 112 millones prometidos para las carreteras catalanas, ni a las inversiones futuras de 3.900 para ferrocarriles locales; quía. Como Torra ha dicho a Sánchez, de presidente a presidente, “nos sentimos republicanos, no compartimos la Monarquía, la represión no es solución y el conflicto catalán debe resolverse a través de un referéndum de autodeterminación”. Viva la Constitución.
Y hablando de constitucionalistas, hay ciudadanos que esperan una aclaración de Ribera sobre por qué no aplica a Podemos el mismo tratamiento con que desprecia a Vox. La equidistancia conduce a situaciones tan chuscas como sentarse a dialogar con los leninistas y rechazar cualquier trato con la extrema derecha, bastante mejor integrada en el sistema que aquellos, por cierto. Los cordones sanitarios no son lo propio de un partido reformista.
Pero en fin, y volviendo a lo que estábamos, nuestra Nación merece un Presidente que cumpla y haga cumplir la Constitución y demás leyes que preservan la convivencia en democracia. Y que, antes que con los sediciosos, dialogue con los constitucionalistas para definir el terreno y reglas de juego.