Qué manía la de algunos progres de reescribir la Historia. Sabíamos de los esfuerzos subvencionados por socialistas, comunistas y mediopensionistas para ganar la guerra civil cuarenta años después de haberla perdido. Claro que la historia la escriben los vencedores, pero los hechos son los que fueron, más allá de su relato.
Sobre esa memoria más que histórica fabulada, siguen acometiéndose disparates como el empeño de Sánchez en procesionar la momia de Franco cuando nadie recordaba al dictador -personaje hoy ignoto para más de un tercio de los españoles-. Pero lo último clama al cielo.
Resulta que existe una comisión creada para investigar la reciente crisis financiera cuando aún no han terminado de apagarse sus últimos rescoldos; véanse el número de juicios pendientes sobre dirigentes de Cajas, por ejemplo. Historiar el presente es una especie de sinsentido que no conduce más que a torcer el curso de la Historia con mayúscula.
Decía Luciano de Samosata, allá por el siglo segundo, que el historiador debe ser incorruptible, independiente, amigo de la franqueza y de la verdad, sin conceder nada a la amistad ni al odio; sin rey, patria, ni ley.
Así es como la Historia merece ser escrita. Lo otro, lo que se lleva por esos pagos no es historia, es fábula, ficción artificiosa con que se encumbre o disimula una verdad, en definición de la RAE.
Sobe el dictamen de las causas de la crisis que dejó el país al borde del precipicio en 2011, y alumbró el nacimiento de los podemitas, el partido socialista quiere pasar la goma de borrar para eliminar hechos tan reales como que el gobierno socialista “faltó a su deber de transparencia… no cabe justificarlo alegando que pretendía evitar mayores perjuicios a los ciudadanos, ya que el retraso en la adopción de las medidas adecuadas agravó los perjuicios en términos de riqueza y empleo destruidos”.
Y ya puestos a reescribir los hechos, también quieren eliminar la referencia al Plan E de Zapatero: “un colosal error: presentó unas pérdidas de 7.836 millones y numerosas irregularidades en su aplicación según el Tribunal de Cuentas. Malgastar los fondos públicos en medidas como el Plan E detrajo recursos preciosos y agravó los problemas de morosidad de las administraciones públicas y desequilibrios en las cajas”.
Derroche de fondos públicos los destinados a investigar la crisis financiera y esfuerzo baldío el de una comisión que parece olvidar aquello que tantos prohombres dejaron dicho: el pueblo que no conoce su Historia estará condenado a repetirla.