El verano acabó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno, que escribió hace trece años Sabina en su “Noche de Boda”. El verso le viene al pelo a la aventura de Sánchez, singular personaje que comenzó a disfrutar de la vida cuando despuntaba el verano en mansión presidencial, helicóptero y lunas de miel a cargo del protocolo estatal. Pero el otoño se le ha puesto tan cuesta arriba que ya adelanta la llegada del invierno. Fin del sueño.
De los fuegos fatuos con que ha pretendido labrarse una imagen de radical progresista sólo quedan desmentidos y rectificaciones, peldaños por los que ahora baja hasta los fríos del invierno. Sólo, desamparado de cuantos le pusieron la escalera para asaltar los escaños del Congreso, hoy ya confiesa que se le rompe la vocación de mandar dos años.
El doctor chisgarabís ha pretendido emular a Ulises navegando entre las rocas de Escila y las corrientes de Caribdis; entre el constitucionalismo y la ruptura del sistema que persiguen sus aliados. Trasteó con una amplia gama de muletas para dar salida a sediciosos, leninistas, bolivarianos o republicanos y abrir la puerta a los fantasmas de la memoria histórica hasta resucitar la momia de Franco.
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.” ¡Cuánta razón tenía Lincoln!
El caso es que parece llegado el invierno y así, el final de la escapada de un personaje sin brújula ni guion que todo lo fio a la ocurrencia de cada momento, como Godard hizo “À bout de soufflé”, su gran película sobre una simple idea que le dio Truffaut. Pero no es el caso de Iglesias y Sánchez.
También sin aliento decidirá convocar las preteridas elecciones el día más estrafalario que pueda pensarse amparado, eso sí, por una cierta lógica barata. Por ejemplo, abrir cuatro o cinco urnas simultáneamente para ahorrar tiempo y dinero, coincidiendo con el calendario de las europeas, arañando de paso algunos meses más en La Moncloa, que fuera hace mucho frío.
Congreso, Senado, Ayuntamientos y la mayor parte de las Comunidades Autónomas, todas en un mismo saco para parapetarse tras diversos burladeros por lo que pueda ocurrir. Para no verse mezclada en tal batiburrillo, precisamente por eso, se le adelantó cucamente la presidenta andaluza.
El caso es que comienza la marcha hacia nadie sabe dónde, aunque después de tantos dislates y tropelías, cabe esperar que los votos atinen mejor con los intereses generales que los trapicheos bajo el tapete que han conducido al paradero actual.
El proceso tendrá poco de heroico, sin aquellos ilustres aceros que encarnan las glorias pasadas de que hablaba Rubén Darío en su “Marcha Triunfal”:
“¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines, / la espada se anuncia con vivo reflejo; / ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines…”