Lamentablemente tenemos al frente del Gobierno a un sujeto penoso; más que mentiroso, plagiario y presumido es un chisgarabís que improvisa cada vez que habla y siempre sin tener idea de nada. Por ello es inacabable el rosario de contradicciones que acumula en tan efímera vida política.
La imagen de la veleta le queda grande; demasiado alta para tan baja estatura moral. Siempre volátil y a merced del viento, la veleta ostenta la dignidad de permanecer enhiesta sobre las cumbreras de torres o estaciones meteorológicas; el zascandil no, se muestra agazapado sabedor de su escuálida base.
Las vueltas del doctor chisgarabís son de piñón fijo que gira engrasado por el afán de permanecer en el poder. En esa meta tiene cifrada su ambición y a ella sacrifica cuanto sea menester, sin los matices con que el gran Macchiavello adornaba sus lecciones al príncipe.
Porque el doctor es tosco aún cuando se desmienta con la soltura de la cantariña. Ayer tachaba al procés de golpe de estado como hoy lo devalúa, habla de endurecer las penas de la rebelión y también de limitarlas, pacta un techo de gasto, lo rompe firmando otro que vuelve a romper para terminar donde no sabe dónde porque se ha hecho un lío.
Todo es una broma si su insensatez no nos abocara a una tragedia. En contra de lo que prometió no hace cumplir la Ley que él mismo incumple. Ayuntamientos se manifiestan contra la forma política del Estado y al mequetrefe no se le ocurre mas que despenalizar las ofensas a la Corona y símbolos nacionales. Trata a las instituciones como meros medios para satisfacer sus fines, y así opera sobre RTVE, el CIS y con los cuerpos civiles y militares del Estado.
Pero lejos de detenerse en manipular la Administración que tiene encomendada, el jefe del Ejecutivo interfiere en los otros dos poderes del Estado. El Legislativo sufre su ninguneo al Congreso y el asalto a las facultades del Senado, y en cuanto al Judicial… ¡ay los brazos de la Ley!
Todo ello cubierto por una propaganda a la medida de la presuntuosa imagen que trata de cincelar a golpe de retratos haciendo como que hace; en helicóptero, y tras unas gafas de comandante de nave II Guerra Mundial, haciendo que estudia papeles, o sobre una camilla de estudio haciendo que dona sangre. Plagia al colega canadiense poniendo a una niña en su despacho, donde otro día se fotografía con Cook o Gere o quien haga falta, qué más da, mientras sea famoso.
Una broma que por lo que se ve tiene cautivado al partido que lo expulsó hace dos años por querer hacer exactamente lo que está haciendo: marchar al compás de una panda de comunistas y sediciosos nacionalistas a donde ni él debe de saber a dónde.
¿Hasta cuándo seguirán silentes González y Guerra, Múgica, Almunia, Rubalcaba, Solana, Bono, Solchaga, Solbes y tantos otros?