Estamos cercados. Entre tantos disparates, insensateces y argucias resulta más que difícil, dificilísimo, aventurar una respuesta medianamente fundada a la pregunta de la cabecera. Intentémoslo yendo por partes, comenzando por los golfos apandadores, y concluyendo con el golpe de Estado en curso.
El partido mayor está hecho trizas por el pedrisco que le viene cayendo encima, y aún más porque no sabe cuándo pasará la tormenta. Ello le tiene enrocado. Sobre la materia ha legislado en la buena dirección, y así resultará más caro jugar con los dineros públicos en el futuro, pero ha resultado incapaz de soltarse el lastre del pasado del que proviene.
Grave error, letal en tiempos tan poco propicios al análisis como los que vivimos. Los tuits no dan para el respiro, lo que queda es el goteo de nombres bajo sospecha, inculpados, encarcelados o condenados. Si la Justicia se demora diez años en aclarar cada caso no es de extrañar que Rajoy acabe haciendo suyo aquello de la doctora de Ávila, “vivo sin vivir en mí”.
Asistido por la lógica más elemental, y subrayo lo de elemental, el jefe del segundo partido en número de escaños ha visto en la primera sentencia sobre Gürtel un hueco en el firmamento, y dispara el Big Bertha, la moción de censura.
Sin presencia en el parlamento, víctima del asedio a que le tienen sometido Iglesias y Rivera, sin referentes internacionales en que apoyarse, y un largo etcétera de factores políticos y personales, Sánchez quiere hacerse oír tomando la delantera.
Pero la moción de censura no es original, la víspera se la había reclamado Podemos, ni contará con el apoyo de Ciudadanos. Descansará pues sobre radicales izquierdistas y gentes de probada animadversión al país y su sistema democrático, desde los bilduetarras hasta los sediciosos catalanes; una insensatez.
No es serio argumentar por parte del candidato Sánchez que quiere el Gobierno para defender los pensionistas, y otros intereses sociales no atendidos por el Gobierno. ¡Pero hombre de Dios, de qué gastos e inversiones habla si acaban de ser aprobados los presupuestos del PP!
Los terceros, con el ciudadano Rivera cabalgando a lomos de las encuestas, sólo quieren elecciones ya, no sea que se pase el arroz; una argucia. Con un golpe de Estado sin resolver no parece que unas elecciones sean hoy lo más adecuando. Sánchez, estando como están los socialistas y quizá con más cabeza, dice que ya verá él cuándo las convoca. Natural.
Sobre los podemitas no es preciso especular; son un mero dato fijo, eso sí, sometido estos días al refrendo de la casa de la pradera. El PNV, y quienes han apoyado los PGE, seguirán mostrando el buen sentido con que decidieron despejar el futuro de la media legislatura en ciernes.
Y por último, el 155. ¿Abandonamos Cataluña a la suerte del racista xenófobo en quien el forajido Puchi ha puesto sus complacencias?
El golpe no ha sido sofocado, cuestión en la que tiene su responsabilidad el Gobierno de la Nación, por supuesto; pero seguido muy de cerca por los otros dos socios del núcleo constitucional. La oposición radical de Sánchez a intervenir en el aparato de propaganda y movilización golpista, TV3, y las prisas de Rivera, que sólo quería el 155 para convocar elecciones y levantarlo cuanto antes, no han colaborado en exceso a resolver el conflicto.
Que ¿cómo salir de ésta? Con seriedad, sentido común y pensando en España.