No podía ser de otra forma: en su escalada hacia el poder Rivera apuesta por el PSOE. Es natural dado que su ascenso es directamente proporcional al descenso del PP.
Tras aquel pacto para poner en el Gobierno a Sánchez, febrero de 2016, intentona frustrada por Iglesias por las mismas razones que Rivera abandona ahora a Rajoy, C’s se acomodó entre las filas populares a la espera de que el tiempo propiciara otra ocasión.
El apoyo prestado para la gobernabilidad del país, tan frugal y siempre punteado por un gesto de desapego, es agua pasada. Ya pueden reventar las costuras del sistema por Cataluña, necesitar el país unos presupuestos para seguir creciendo, organizar el sistema educativo que la sociedad amerita y poner en su sitio a los antisistema, que Rivera se llama andana. Y con él su muchachada.
¿Para qué seguir dando cuerda a la legislatura que comenzó sosteniendo y ahora, de consuno con Sánchez, Rivera quiere apuntillar? Extraña cuestión. Y no es que ambos estén faltos de razones para ello, pero sus móviles no son tanto aquéllas como el ansia irrefrenable que ambos siente de tocar poder real.
Pero algo falta en tan naturales propósitos porque más importante que el porqué del asalto es explicar el para qué. Desmontar un Gobierno en marcha entra dentro del papel de las oposiciones; argumentos no suelen faltar, son los mimbres que mantienen viva la dialéctica política. ¿Y luego qué?, el poder para qué no es cuestión que se resuelva en un manifiesto de cincuenta o ciento cincuenta puntos. El papel todo lo aguanta, lo que importa es el espíritu que movió la pluma, pero de éste nada se sabe.
¿Dónde va el meritorio Rivera arropado con la capa liberal del Nobel Vargas-Llosa? La política no puede estar sometida a la dictadura de la imagen. Ni tampoco al arbitrio de quien, como Sánchez, cambia las reglas de juego en su partido para erigirse en caudillo sólo responsable ante la militancia.
En fin, el tiempo, si es que lo hubiera, se encargará de aclarar la senda por la que se propone marchar la pareja política en ciernes.