En un ejercicio de casposa hispanofobia el prófugo en Bruselas dijo ayer en sede universitaria que España no es una democracia: la sombra de Franco es alargada. Y se quedó tan ancho.
Este cretino proporcionó ayer en una universidad danesa la imagen más cabal del alma nacionalista: la hispanofobia. No es nuevo en nuestra historia este fenómeno de la adopción por nacionales de las fobias provocadas por intereses ajenos. Viene ocurriendo desde hace tres siglos cuando nuestros ilustrados hicieron suyas las pamemas noveladas, primero en la Italia papal y de la corona de Aragón, luego por el protestantismo alemán, la rivalidad franco-española, etc. La profesora María Elvira Roca tiene una excelente obra sobre la cuestión.
El conferenciante dio síntomas de algún desequilibrio mental confundiendo su estado de prófugo con el de exiliado, o advirtiendo a la concurrencia que “lo que pasa en Cataluña es decisivo para el futuro de Europa, tanto como el Brexit.” ¿Esquizofrenia?
Claro que fue bien servido por la directora del Centro de Política Europea de la Universidad de Copenhague cuando le preguntó si la balcanización es su modelo político ideal. “¿Es esa su visión de Europa; dividirla en 200 estados étnicamente puros?”
También quiso saber la profesora Wind de dónde viene su empeño separatista, cuando España es un Estado más descentralizado que incluso la República Federal Alemana, y Catalunya su región más rica. Y para terminar, ¿la democracia es sólo referéndums y votar, o incluye también el respeto a la ley y la Constitución?
Y el charlatán metió la cabeza bajo el ala: usted no es experta en política interior española.
No deja de resultar esperpéntico que el flamante presidente del parlamento catalán se proponga visitarle en Bruselas para comunicarle que lo ha designado candidato a presidir el gobierno regional. El secesionismo catalán no llegará a sitio alguno en manos de este periodista sin oficio ni mayor beneficio que el que le prestan fuentes anónimas para seguir huyendo de la justicia.
Hace veintidós siglos y pico un romano ilustrado dejó dicho que ya que no se puede tener lo que se quiere hay que querer lo que se tiene. Por ahí deberían buscar los nacionalistas alguna solución a tantos desvaríos.