A partir de no se sabe cuándo, quizá nunca, aunque así lo haya aprobado el pleno municipal de Gerona, la Plaza de la Constitución pasará a llamarse Plaza del 1 de octubre. Tratándose de una corporación de mayoría indepe la noticia no es realmente insólita; lo sorprendente es que la mayoría de expujolistas, esquerras y cuperos fue reforzada con los votos del PSC.
¡Los socialistas de Iceta festejando el 1 de octubre! Fecha curiosa donde las haya, la del Día Internacional de los Vegetarianos, ¿será ese el motivo del contento socialista, o el hecho de que en tal día, hace un año, Pedro Sánchez perdía el mando del PSOE, o que 81 años antes el General Franco se hacía con la jefatura de un Estado en guerra? En otro primero de octubre Fernando VII restablecía en España el Tribunal de la Inquisición.
Extraños asuntos como para ser celebrados por un partido socialdemócrata que pretende gobernar Cataluña, de momento. Ahora bien, si de lo que realmente se trata es de festejar la convocatoria sediciosa del último referéndum, la cuestión aclara con quién quiere Iceta formar la mayoría parlamentaria para presidir la Generalitat. Acabáramos.
O el PSOE está en esas o Iceta, siguiendo el ejemplo de Forcadell y demás para salir de prisión, se abraza a la doctrina de aquel Enrique III de Navarra que para hacerse con la Corona francesa dicen que dijo aquello de “París bien vale una misa”. La liga católica miró para otro lado y el hugonote se hizo querer como pocos otros monarcas galos con aquella ingeniosa consigna: “un pollo en la olla de todos los campesinos, todos los domingos”. La astucia del primer Borbón aún se rememora cada año, finales del julio, en el parisino Pont Neuf que él comenzó.
Yendo del brazo de la panda de sediciosos incompetentes que arruinaron Cataluña en el último lustro, los socialistas de Sánchez/Iceta no van a poder disponer todos los domingos de pollos para todos los catalanes. ¿De qué va pues su empeño en hacerse con la Generalitat siendo probablemente la cuarta formación política en la región?
Tal vez de lo que se trate es de hacerse con el control de una maquinaria administrativa capaz de generar los votos que el PSOE necesita en las próximas elecciones generales para evitar seguir al margen del poder. Sánchez ha dado sobradas muestras de que cuál es el motor de su política.
Naturalmente, y como quien no quiere la cosa, en los pasillos del Senado el portavoz socialista se vio forzado a decir que el voto del PSC en el Consistorio gerundense no representa al sentir ni de ese partido ni del PSOE. Extraños partidos los socialistas de hoy en que unos votan lo contrario de lo que sienten y otros parecen sentir lo contrario de lo que votaron, caso del 155.
Y Gil, que así se llama el portavoz, remató su aparición con una perla dialéctica para cerrar el caso: «esta es una de esas pequeñeces de la política que no deben despistarnos ni un segundo«.
Pequeñeces, como las del novelón del jesuita Coloma, padre también del Ratoncito Pérez con el que sueñan los niños cuando pierden un diente. ¿O no?