Valiente payaso. Él lo es todo en el circo del “más difícil todavía”, director de pista, la écuyère, el clown, el trapecista, los acróbatas y hasta el oso. Parecía imposible pero así es el “presidente del gobierno legítimo de Cataluña” como Puigdemont se ha presentado en el club de prensa de Bruselas.
Dice que regresará cuando tenga garantías de un juicio justo, de que en España haya separación de poderes, etc. O sea, que no quiere verse entre rejas.
Pero lo más hermoso de su media hora de gloria en las televisiones fue la apropiación de las palabras con que el rey Alfonso XIII dejó Madrid a raíz de las elecciones de 1931: “me voy para no enfrentar a los ciudadanos a una ola de violencia.” ¿No es lo más ver a este fallido president de republiqueta echar mano del paternal espíritu conciliador de un monarca del pasado siglo?
“Si nos hubiéramos quedado allí habría habido violencia”. Gandhi, Mandela, Martin L. King, todos encarnados en una sola persona vagando por la capital europea en busca comprensión a su golpe de Estado. Todo es una pura locura. Una locura que incide cada día en el delito: España no es un Estado de Derecho, dijo.
¡Un “guvern” en el exilio! Qué razón tenía Tarradellas, elegido como tal en los años cuarenta sin que nunca ejerciera de tal pues como decía “se puede hacer todo menos el ridículo”. La activación de una Generalitat en el exilio es la última imaginativa defecación de los guionistas que conducen el “prusés”.
Y para que nada falte, en manos de un abogado de etarras. Pujol y Mas callan. Junquera trina. Y las estrelladas esperan el inicio de la campaña.