Tildar al diputado Iglesias de maleante no es un exceso retórico; es mero realismo. En castellano (DRAE), se califica de maleante a la persona “que malea o daña”, que en una segunda acepción lo equipara a “burlador y maligno”. Para evitar equívocos dejemos claro que el verbo malear significa “dañar, echar a perder algo”.
Lo que le faltaba a la borrachera sediciosa es la entrada en escena un retro comunista para tildar de “presos políticos” a quienes la Justicia investiga por su participación en la tentativa de un golpe de Estado dirigida ¡desde el propio Estado!, que Estado español y no otra cosa es la Generalitat catalana.
Tras sus remuneradas vivencias bolivarianas, de golpes contra el Estado desde el propio Estado mucho deberían saber Iglesias y sus edecanes. ¿No comenzó aquel socialismo del siglo XXI, febrero de 1992, con el golpe con que Chávez reabrió la guerra fría cerrada poco más de dos años antes con la caída del muro de Berlín? ¿Cómo tildar si no el último asalto a la democracia perpetrado por Maduro al suplantar el parlamento elegido por una camarilla asamblearia?
A estos maleantes, aforados eso sí, les importa una higa el centenar largo de víctimas de la represión gubernativa del venezolano. Cuando de liberar a las víctimas del dictador se trata siempre miran para otro lado. Rufianesco proceder el de quienes no osan levantar nada contra la mano que les ha dado de comer.
Hace ahora seis meses, el jefe podemita reclamaba su derecho a “rechazar un exceso de interferencias políticas en una situación difícil en un país amigo”. Así, con la desfachatez acostumbrada, se adornó ante una cámara de TVE para excusar su negativa a solicitar la libertad de López, Ledesma, etc.
Pero aquí todo vale, siempre con la mentira por delante, para cargarse la convivencia en paz que asegura la democracia representativa, el Estado de derecho, la división de poderes, las instrucciones judiciales; en fin, la Ley que por una vez en la Historia se autoproclamaron los españoles de todas las orillas. Romper ese cuadro de tolerancia es el objetivo de este maleante en cortes con el fin de… ¿con qué fin? ¿cuál es la meta, Iglesias?
Presos políticos, ¡ja!
Con el fin de «malear» . Ese es el objetivo