¿Realmente pensará el Ciudadano nº 1 que con la limitación de mandatos del jefe de gobierno se resuelve la sedición catalanista? Al presidente de uno de los cuatro partidos nacionales hay que suponerle cierta capacidad de análisis, y cuando Rivera pone sobre la mesa, ahora precisamente, un asunto tan exógeno al momento que vivimos, por algo lo habrá hecho. ¿O será que no?
Quizá no se le ocurra nada serio que aportar en el mes elegido por sus conciudadanos para subirse al monte; el día en que el estrafalario president de aquella autonomía propina otra patada a la democracia publicitando la creación de una agencia tributaria regional -¿cuántas iniciativas de similar calado sacará de su chistera de aquí al día 30, tal vez unas fuerzas armadas?
En fin, pero volviendo al líder naranja convengamos en que cada vez se está pareciendo más al expresidente Aznar: está resultando difícil discernir si cuando habla riñe o simplemente habla. No termina de salirle el tono Macron que ilumina sus sueños; su complicada situación de bisagra incompleta le tiene sumido en un mar de complejos. No quiere aparentar lo que es, pero tampoco le gusta ser como aparenta. Un lío, vaya.
El caso es que no se le ha ocurrido mejor cosa que poner sobre la arena política un asunto interesante, sí, pero sobremanera para quien apetecería ser el propio relevo de Rajoy. Y para ello no tiene empacho en confundir a una opinión pública que lleva años viviendo de trampa en trampa.
¡Anda que oír ayer al podemita Monedero que Fernando VII hablaba de “las Españas”, queriendo negar la mayor de nuestra Nación! ¿Sabrá el mentor de Chávez que era esa la forma para incluir al conjunto de virreinatos americanos?-.
En el acuerdo de legislatura al que llegaron en agosto pasado populares y ciudadanos, donde figura el compromiso sobre la limitación de mandatos del presidente del Gobierno, se dice, punto 96: “en el seno del Pacto de Estado por la Regeneración y la calidad de la democracia se procurarán las fórmulas precisas para regular este compromiso”. ¿Realmente se ha estudiado en ese seno alguna fórmula diferente del trágala efectista que soltó en el debate de inicio del curso parlamentario?
Pero sobre todo, puestos a copiar conviene saber de dónde y cómo se hace, porque esto es una monarquía parlamentaria, como la británica y demás europeas, y no una república presidencialista, como la norteamericana o francesa. El señor Rivera sabe que el Presidente del Gobierno es nombrado por el Parlamento que representa el pueblo español, donde él mismo tiene asiento, ¿a qué viene pues este numerito propio tan propio para un club de debate como absurdo en este tiempo de desolación?
Recuerde el ignaciano consejo y guarde la mudanza para nuevo momento. De otra forma la joven promesa se transmutará en mito roto. Y el país no está para desperdicios.