Ayer noche volví a lamentar no vivir en Santander. Allí regresaré mañana pero por poco tiempo, una vez más con un pretexto en la maleta. Ahora se trata de la inauguración del Centro Botín, valioso regalo a Cantabria de la Fundación creada por la estirpe de banqueros que patronea el banco que lleva el nombre de su capital por medio mundo.
Pero mi añoranza, que es a lo que iba, surgió mientras viendo la televisión nacional escuchaba a Gema Igual. Es la alcaldesa que una inmensa mayoría, estoy seguro, quisiera tener en las ciudades y pueblos españoles. Una mujer de habla directa, clara y rebosante de sentido común. Cuarenta y tres años y popular, le falta un concejal para gobernar el ayuntamiento santanderino con mayoría absoluta pese a tener su partido más votos que la suma de socialistas, regionalistas y podemitas.
Teniendo vistas, incluso escuchadas, a tantas munícipes empeñadas en cosas tan chuscas como cambiar el nomenclátor de las calles, tan inútiles como arbitrar carriles para quienes no lo usan, o tan gravosas para los contribuyentes como convertir los reglamentos del tráfico en meros instrumentos recaudatorios, seguir las palabras de Igual permitía imaginar que un mundo mejor es posible.
Y que alcaldes como el de Cádiz y otros podemitas con mando en plaza gracias al apoyo que les prestan los costaleros de Sánchez, son epifenómenos de una crisis cuya superación se los llevará por delante.
¿Por qué tantos se empeñan en cercenar libertades, como la de emprendimiento, en lugar de abrir espacios a las mil y una maneras de realizar cada cual sus proyectos y ambiciones? ¿Por qué gastan tanto tiempo y dinero en en ganar guerras perdidas y recrear una realidad que nunca existió?
Ciudadanos como Igual son los que hacen posible la concordia, cimiento seguro para un futuro mejor, como la Transición probó hace cuarenta años. Y algo semejante cabría decir de tantos otros regidores municipales de uno y otro color, como el socialista Abel Caballero en Vigo, el popular Francisco de la Torre en Málaga, o el nacionalista vasco Iñaki Azkuna lo era en Bilbao y la ex comunista Rosa Aguilar lo fue de Córdoba.
Gentes como Gema Igual pueden ser el germen de la renovación de la política española, hoy abducida por un populismo sin más causa que la destrucción del sistema de libertades. Los partidos democráticos deberían tomarse en serio su mudanza.
Me gusta Gema, y en Santander se vive muy bien