Ignacio Echeverría fue asesinado en Londres tratando de salvar la vida de una mujer cuando estaba siendo acuchillada por un terrorista islamista. Ocurrió en la tarde noche del sábado. Hasta la mañana del miércoles las autoridades británicas no informaron del hecho a su familia.
En el atentado de los locos islamistas murieron 8 personas el pasado día 4. Hace trece años, el 11 de marzo de 1994, otros terroristas de la misma camada mataron en Madrid a 190 personas y dejaron 2057 heridos en los trenes que reventaron. Los servicios del ministerio del Interior organizaron una morgue de urgencia en uno de los pabellones de IFEMA. Doce horas y media después estaban ya identificados 155 cadáveres. El resto, destrozados por las bombas, lo fue antes de las cuarenta y ocho horas siguientes. Los familiares pudieron disponer de sus deudos y comenzaron a recibir asistencia psicológica.
En la capital del imperio británico los servicios policiales y de inteligencia han mantenido cuatro días en un sin vivir a las familias de las 8, tan sólo 8, víctimas mortales y a buena parte de los 48 heridos, entre ellos otro español.
Se escudan en que los retrasos son debidos a la necesidad de cumplir con los protocolos establecidos. No hablan de otros protocolos, los que obligan a tomar buena cuenta de las denuncias recibidas sobre los terroristas; uno de estos acababa de llegar de Italia con ella puesta, pero miraron para otro lado.
Aquí 69 peritos forenses se pusieron a trabajar desde el mismo mediodía del 11M, y pocas horas después más de cien agentes de la Policía Científica instalaron laboratorios para tratar las huellas digitales y odontológicas de las víctimas irreconocibles. ¿Qué y cómo lo han hecho los británicos para no dar datos durante cuatro días?
La señora May vuelve a descubrir sus vergüenzas, su incapacidad, en la misma semana de unas elecciones que probablemente gane pese a todo, o sobre todo porque enfrente tiene a un tal Corbyn, antídoto del voto socialdemócrata, único que podría devolver una mayoría suficiente a los laboristas. Por lo visto, ni el MI5 ni el MI6 son lo que eran. A las agencias parece que se les agostó la inteligencia que deslumbraba en aquellos años de la guerra fría; sobe todo en las novelas. Y de Scotland Yard para qué hablar.
La torpeza demostrada por May durante la campaña podría hacer que el subversivo Corbyn, como Scotland Yard le tuvo clasificado durante años, llegara a calzarse una mayoría parlamentaria con los partidos Liberal Demócrata y Nacional Escocés.
Allá ellos. Lo que a nosotros más nos importa es que, de entre la vesania terrorista y los errores gubernamentales, Ignacio Echeverría, the spanish skateboard hero lo llamó la BBC, ha sobresalido por su generosa hombría de bien; todo un caballero español.
Mi más sentido pésame a la familia.