Podría parecer una película del tardo neorrealismo italiano que desembocó en el mare magnum de jueces y fiscales como di Pietro y otros, mani pulite ¿recuerdan?, pero no, ahora se trata de una producción nacional que hincha las velas de los cantamañanas. Los populistas son siempre los mismos, aquí, en Francia o en Venezuela. Sean diestros o siniestros dividen al personal en justos, ellos, y corruptos, los demás; legítimos, ellos, e ilegítimos los demás.
Y aquí entra en escena la Unidad Central Operativa del benemérito cuerpo que, tal vez contagiada del afán de popularidad que alienta al conjunto del estrellato patrio, más intenso cuanto menor es su protagonismo, lanza al telediario los resultados de sus pesquisas como si de un órgano judicial se tratara.
Denunciar a la presidenta madrileña por la concesión del servicio de cafetería de la Comunidad a un hostelero presunto benefactor de los populares, como tal unidad acaba de hacer, supera el mejor gag de aquel inmenso Vittorio de Sica en las producciones de los años 50, tipo Pan, amor y fantasía o La ladrona, su padre y el taxista. Tan ridícula debe de ser la imputación que juez y fiscal han pasado y aprovechado la ocasión para sentar que “los investigadores tienen que limitarse a apuntar hechos sin avanzar calificaciones jurídicas”.
Resulta que Cifuentes ni participó en aquella concesión, ni siquiera estaba en la fundación que podría haber resultado beneficiada de una decisión por cierto avalada por los partidos presentes en la cámara madrileña.
Pero anuncios de este tenor avivan la sed de sangre tanto como en tiempos de Nerón ver en el circo a unos cuantos cristianos frente a los leones. Iglesias saltó para ampliar su tan aireada como ignorada pretensión de montar mociones de censura, Rajoy, Cifuentes… Y hasta el joven ciudadano que mantiene el gobierno regional andaluz terció, por no quedar sin su esquina periodística, para decir que si fuera imputada…
País el nuestro en que la realidad supera toda fantasía, como ayer mostró el debate primario de los candidatos socialistas a dirigir un partido que era de Gobierno hasta que uno de los tres aspirantes lo partió por la mitad. O como cada mes ilustra el descubrimiento de nuevos apandadores salidos de entre los populares. O lo de la catalana monja alférez que llama misales a los millones ocultos en Andorra y tantos otros lugares menos santos. ¡País!