Nadie ha dicho que los partidos de toda la vida no puedan terminar perdidos en la historia. Claro que pueden desaparecer. Pasó en Grecia con el socialista Pasok, en Italia con todos los que gobernaron durante medio siglo, democristianos y socialistas; qué decir de los comunistas… Está a punto de pasarle al PS francés, y por ahí podrían correr las aguas en el socialismo español a poco que Sánchez se empeñe.
Aunque las diferencias entre el PSOE y el PS son sustanciales, comenzando por su historia –el francés nació en el año 69, más de medio siglo después del español- Francia está dando una lección ejemplarizante, como ha solido hacer a lo largo de la historia aunque aquí no se le haya prestado demasiado interés. ¿Qué está ocurriendo al otro lado de los Pirineos?
La izquierda concurre a las elecciones próximas sumida en una lucha fratricida entre dos bandos acaudillados por Hamon, candidato oficial del PS, y Mélenchon, de un frente de izquierdas (FG) bajo el lema “La Francia insumisa”.
Mélenchon, nieto por cierto de españoles y nacido en Tanger, rompió con el PS hace ocho años poco después de haber sido senador y ministro del gobierno socialista de Jospin. Con él van ahora en el mismo carro los comunistas, verdes y demás minorías radicales unidas por un populismo tan antieuropeo como el de la ultraderechista Le Pen.
Las encuestas cantan que Mélenchon superará a Hamon, lastrado el socialista por la pésima imagen dejada por el gobierno de su propio partido, reduciendo a los de Hollande hasta niveles del 10%.
¿Se imaginan a un Pedro Sánchez despechado por el triunfo de Susana Díaz en el próximo congreso socialista y escindiendo el PSOE para encabezar una plataforma con los podemitas de Errejón, e incluso con su sumo sacerdote?
Como Mélenchon, podría probar sus nuevas armas en las próximas elecciones europeas antes de concurrir a las generales que Rajoy dice que no piensa en convocar… por ahora. El colega francés fue parlamentario europeo con sus nuevas siglas antes de presentarse a las elecciones presidenciales de 2012 donde alcanzó la cuarta posición con cerca de cuatro millones de votos. Tan meritoria como inútil.
Es como para tomar buena cuenta ¿no?