Los bien pagaos

 

La dictadura podemita

Con la abstención podemita

Ya no se hacen coplas como aquellas de Perelló y Mostazo allá por los años 30. La bien pagá, La falsa moneda y tantas otras. Dramas que hablan de traiciones, y a ti me supe entregar por un puñao de parné, dineros que de mano en mano van…  y de otros malos quereres.

¿Alguien capaz de musicar hoy lo que Iglesias, Monedero, Echenique y compañía deben a la dictadura chavista? El poema son ellos mismos, los bien pagaos; el problema está en la música. Habría que entresacarla del andalucismo musical o del mundo de los boleros porque marchas tipo La Internacional o A las barricadas no le van al caso.

Ayer volvieron a demostrar el carácter de emboscados con que están jugando en las instituciones democráticas. Basta mentar las cárceles de Maduro y pedir que liberen a los presos políticos que resisten en sus mazmorras para que los podemitas salgan huyendo del debate como gato del agua escaldada.

Preocupante es el sentido profundo de este fenómeno. La razón de ese silencio cómplice del terrorismo de la dictadura venezolana tal vez estribe en que para nuestros neocomunistas esta nueva versión del gulag sólo es un medio para el ejercicio del poder; como la clausura del parlamento o la dependencia de la Justicia, directa y orgánicamente, del gran jefe. Pues si fuera así, y nada sugiere otra cosa, ¿se imaginan a estos sujetos instalados en el poder de la Nación? Ayer gritaban en la Facultad de Derecho de Sevilla algo así como «Vox, fascistas, estás en nuestra lista«. ¿Qué lista?

Las parcelas de gobierno que tocan, muchas veces en connivencia o soportados por socialistas, ya están contaminadas de todo tipo de manipulaciones. El populismo es una coartada; la realidad es la dictadura. En el Ayuntamiento madrileño, por ejemplo, se parapetan tras encuestas a la medida para disfrazar de interés público lo que son dictats para socavar las bases de nuestra convivencia. Y así hurtan su responsabilidad en cuestiones que a ellos compete resolver haciendo como que dan al pueblo la voz.

La contaminación de la capital les importa un pimiento; no llegaron hasta donde Pedro Sánchez les puso para procurar por la salud de los madrileños. Chávez no les pagó para ello ni tampoco los iraníes con la televisión que pusieron a su servicio. Ni para ello, ni para nada bueno. Lo malo es que no hay artículo en la Constitución para parar la marcha de esta castuza. El 155, temido ahora por los sediciosos catalanes, no es de aplicación a los bien pagaos

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Posted viernes, febrero 17th, 2017 under Política.

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