Una de las aventuras más frecuentadas en la España de hoy es buscar pelea donde no la hay, y si la hubiera sería irrelevante. La última se revela en el falso sondeo que atribuye a Aznar un tercer o cuarto puesto en el ranking político nacional al frente de un nuevo partido. Hay que tener bemoles para colgarse de esa liana.
¿Un nuevo partido? Sólo de mentes recalentadas por sus propios dramas puede salir semejante sinsentido; de sanchistas sin horizonte o podemitas víctimas de la democracia y quizá de algún que otro intérprete de la actualidad que acierta menos que la escopeta de feria en manos de un ciego.
Y el asunto se torna ya de aurora boreal cuando almas cándidas vinieron ayer a concluir que en su discurso a los inversores foráneos reunidos en Madrid el Rey dio un oportuno respaldo al presidente Rajoy por los logros de su política económica. Modelo, dice alguno, puesto en cuestión por Aznar.
Lo de aurora boreal viene sugerido por la similitud entre el origen de tales comentarios y el de la luminiscencia que se forma en torno al polo norte cuando las partículas del llamado viento solar no caben entre las líneas del campo magnético de la tierra y se disparan en forma de radiaciones de vistosos colores.
Egos aparte -qué bonito aquello de que “no van a sobrar los liderazgos que deberían señalar la dirección a seguir” que el ex dijo anteayer en Valencia- entre lo que Aznar dicta y el modelo del Gobierno Rajoy sólo media la distancia que separa la teoría de la práctica; la cátedra del ejercicio de la profesión. Ni una sola diferencia de criterio en torno a los principios básicos los separa; lo que sí Aznar hace, y ahora con razón, es apuntalarlos con cara de pocos amigos: no ceder ni para avanzar.
Que el Rey exaltara lo conseguido en los cuatro últimos años no significa más que sabe cumplir su papel ante una audiencia que quiere saber de España antes de embarcarse en nuevas empresas. Y para ello valora lo que tenemos: una economía abierta y de las más internacionalizadas del mundo; un modelo que ha cambiado el signo de la balanza por cuenta corriente y permitido un alto nivel de crecimiento y de creación de empleo. ¿Da alguien mucho más por ahí?
Hoy por hoy las diferencias están donde deben estar, pese a las apariencias. Entre otras razones porque como personas formadas que son todos saben aquello de que “una casa dividida contra sí misma no puede permanecer”, como dijo Lincoln tomando de la Biblia tan sabia advertencia. Porque siguiendo la moraleja de la fabula de Esopo sobre el viejo y sus hijos, “la unión hace la fuerza”.