Buena intervención la del portavoz socialista en el Congreso. Su primer parlamento en la segunda jornada de la investidura de Rajoy estuvo dirigida a marcar diferencias con el pasado reciente de su propio partido, con el PP y sobre todo con Podemos.
Antonio Hernando dedicó el final de su elaborado discurso a levantar la minada moral de su militancia y compañeros de partido con un mensaje de confianza: “Mantendremos lo que nuestra historia nos ha enseñado, seremos fieles a nuestros valores y responsabilidades, antepondremos las necesidades de nuestros conciudadanos a cualquier interés partidario, conservaremos nuestro sentido profundo de servicio a los ciudadanos, porque ellos son nuestra fuerza”.
Había comenzado expresando la opinión de la nueva dirigencia socialista: “No podemos ni queremos permitir que los serios problemas que padecen los ciudadanos estén bloqueados por el puro egoísmo de ningún partido”. Y como denunciando el último intento que Sánchez hizo para lograr una mayoría alternativa, apuntó: “No creemos que se pueda gobernar España con los votos de quienes en este momento quieren separarse de España”.
Para añadir poco después que “una cosa es dialogar y buscar acuerdos y otra muy distinta es gobernar e iniciar una legislatura con los apoyos de quienes han puesto plazo a un referéndum de autodeterminación.”
El guión exigía compensar la abstención del sábado con severas críticas al gobierno, al Rajoy del No es No, y ¿qué parte del No no ha entendido Rajoy? Fundamental para preservar su papel como líderes de la oposición frente al asalto de las huestes del matón con coleta. A estos fue dirigido el centro de su mensaje, cuando defendió que en su partido se cambia cuando lo juzgan oportuno.
Y así recordó: “No fue fácil, pero en el 79 renunciamos al marxismo, contra la opinión de una parte de la izquierda que nos acusó de traicionar nuestra ideología y a la clase trabajadora. Pero el tiempo nos dio la razón.
No fue fácil, pero emprendimos una reconversión industrial que modernizó este país y lo encarriló por la senda del progreso. Y de nuevo nos acusaron de traicionar a los trabajadores, pero el tiempo nos dio la razón.
No fue fácil, pero afrontamos la sostenibilidad del sistema de pensiones, y eso nos costó un enfrentamiento con el sindicato hermano, y una huelga general, que supuso un desgarro en el grupo socialista. De nuevo, la llamada izquierda pura nos acusó de gradualismo traidor, pero el tiempo nos dio la razón.
No fue fácil mantener a España en la OTAN, porque tuvimos que desdecirnos de nuestros compromisos, y porque ni la derecha de entonces ni la llamada izquierda auténtica nos ayudaron en aquella misión. Pero el tiempo nos enseñó que estar en esa alianza era determinante para que España cobrase peso y empezase a contar en el contexto internacional. ¿Alguien se imagina hoy a España en estos momentos fuera del Pacto Atlántico? El tiempo también nos dio la razón.
No fue fácil proponer y firmar los dos últimos pactos contra el terrorismo, porque muchos no entendían que después de la utilización de esta lacra, nosotros asumiésemos la responsabilidad de orillar el terrorismo como elemento de confrontación partidaria, y aceptásemos que es el Gobierno y sólo el Gobierno el que dirige la política antiterrorista. De nuevo algunos, hace quince años y hace escasamente año y medio, nos acusaron de entregarnos a la derecha. Pero el tiempo nos dio la razón y hoy casi todos estamos en ese pacto.
Nunca le fue fácil al Partido Socialista tomar decisiones de naturaleza compleja, siempre escuchamos las mismas descalificaciones y amenazas, y casualmente siempre provenientes de los mismos sectores. Pero el tiempo nos dio la razón. Porque liderar un país y un proyecto es mucho más que ponerse detrás de una pancarta. Por cierto, también liderar la oposición es mucho más que ponerse detrás de una pancarta”.
¿Alguna duda sobre los destinatarios del mensaje?
Así se defiende el liderazgo de la oposición, y no con soflamas a ritmo de tuit ni saliendo del hemiciclo con el rabo entre las piernas cuando alguien se atreve a plantar cara al matón de la coleta. ¡Qué osadía, a la calle!
La política ha vuelto al Congreso.