Podemos se hizo con la militancia, ¿cómo no va el PSOE a perder votos si su militancia más activa respira en las miasmas del comunismo bolivariano que ha dado vida a los podemitas?
En la mañana de este sábado primero de octubre resulta demoledor oír a una encendida militante gritar a las puertas de Ferraz “¡Felipe, burgués!”y a una panda de manifestantes llamar golpistas a quienes se han atrevido a pedir responsabilidades a la ejecutiva de Sánchez.
Lo del golpismo está siendo el arma de contraataque preferida tanto por los corruptos en caída como por los dictadorzuelos incapaces de resistir los embates de la realidad. No hay proceso de limpieza, o de restauración de la democracia, en que sus víctimas asuman los hechos sin alegar que son víctimas de un golpe.
Desde los peronistas argentinos humillados por el triunfo del liberal Macri hasta los petistas brasileños tras el impeachment de Dilma o el encausamiento de Lula, todos achacan al golpismo la causa de sus desgracias. Por no hablar del carcelero Maduro.
Golpistas, burgueses, y Susana Díaz cabeza de “la casta”. ¿Algo más para ser admitidos entre las marcas de Iglesias, Errejón y demás profetas del comunismo siglo XXI? Nada mejor para evitar el sobrepaso que hacerse de los que vienen arreando.
Desolador ver cómo lo que ha sido y ha de seguir siéndolo el cauce de participación de los socialdemócratas, quizá no mucho menos de la mitad de los españoles, se empeña en desembocar en una estrecha cloaca apelando, eso sí, a la militancia. ¡El escudo protector de la militancia, cada vez más exigua y desguarnecida de ideales! A la militancia acudió Largo Caballero frente a Prieto, mitad de los años treinta del pasado siglo, en otra disputa, aquella de carácter ideológico, que dio alas a la guerra civil. ¿Por qué no aprenden de su propia historia?
El PSOE actual firmó su sentencia el día en que rompió las reglas del juego de la democracia representativa en el ara del asamblearismo, el sistema que imponen los que más gritan, los manipuladores de desgracias ajenas, aventureros dispuestos a ganarse la vida a costa del sudor y de los impuestos de “la gente”.
Arropado por unas primarias que abren las puertas del poder partidario al más osado o al, para algunos, menos peligroso, el elegido se siente en comunicación directa con sus militantes; los electores no cuentan y las estructuras representativas del partido se convierten en puro estorbo.
¿Y todo ello para qué? Porque ideas, ni una; misión, el poder; programa, ¿por qué? basta con el mensaje: NO a Rajoy.
Sánchez necesita unas terceras elecciones para terminar de romper el centenario partido y rendir su electorado a los pies de los podemitas, donde ni golpistas ni burgueses tienen sitio.