Surrealista como tantas letras de Dylan, el nuevo y sorprendente Nobel de las Letras. El futuro del próximo Gobierno de España está en el aire. A estas alturas las apuestas van a favor de una investidura exprés el sábado 29, doblegado el NO ES NO socialista por la fuerza de la gravedad; la gravedad que aquejaría al partido tras un tercer paso por las urnas. Pero la política seguirá flotando en el viento como la paloma surcando mares antes de dormir en la arena.
El calendario y los plazos pendientes cargan el peso de la responsabilidad en la Gestora socialista, más concretamente sobre los hombros de su presidente.
Javier Fernández se está manifestando como un político solvente. Porque además de evitar una nueva catástrofe en las urnas, abre a su partido la oportunidad de encabezar la oposición a un Gobierno minoritario y falto de los resortes precisos para actuar libremente.
Claro que no habrá presupuesto que manejar para alimentar a tantos desplazados del poder desde hace cinco años ya, ni tampoco fuegos artificiales con que deslumbrar a la militancia; pero es lo que toca al partido socialista tal como los bolos están plantados.
La designación de Fernández tal vez haya sido el mejor acuerdo tomado en los dos últimos años por los mandamases de la des-organización socialista. Desalojado de la locomotora aquel maquinista suicida, el presidente de la Gestora está manejando el cambio de vías con pulcritud propia de ingeniero; no en balde se trata, al fin, de un responsable político con personalidad profesional.
Con tanta inmediatez la tarea no es sencilla; las mentalidades no son meros circuitos integrados. Cambiar de chip está al alcance de cualquiera, lo de las ideas es mucho más complejo, y más aún cuando están larvadas de intereses.
Pero allanando la investidura de Rajoy, lo que para el PSOE significa iniciar la recuperación de la normalidad, para el PP es la entrada en un laberinto desconocido, cuajado de sendas sin salida. Cómo se pueda desenvolver, enviciado como está por la mayoría absoluta anterior, es una incógnita.
Aunque peor debía de tenerlo Teseo para salir del Laberinto tras acabar con el Minotauro. Pero cuenta la Odisea que Ariadna, hija del rey de Creta, le facilitó el camino deshaciendo el ovillo con que trenzaba, y siguiendo su hilo Teseo recuperó la libertad.
Para los populares el hilo de Ariadna se llama dialogo, compromiso e inteligencia para, al final, facilitar a los demás que se salgan… con la tuya.
“How many times must a man look up / before he can see the sky” se preguntaba Bob Dylan; ¿cuántas veces habrán de mirar más allá de sus narices nuestros políticos para poder ver la realidad?