En el mundo de la política partidaria todo es comprensible, o casi todo, pero tampoco es menos cierto que todo tiene un límite.
A la hora de bajarse de las estepas del NO ES NO va de suyo que los socialistas traten de cubrir las vergüenzas que Sánchez dejó al aire; natural. Tan natural como que, tal cómo han quedado tras el bienio del sanchismo, tengan más miedo a pasar por las urnas que el gato del agua escaldada.
Pase también que pidan a sus adversarios, teóricos beneficiarios de su abstención, que no se pasen y así poder tener una salida para que la llamada militancia no ponga pies en pared ni sus votos caigan en las redes de Iglesias.
Incluso no habría que extrañarse de que más de uno, o de una docena, rompiera la consigna de la gestora y votara con los podemitas, rufianes y bilduetarras por aquello del pas d’ennemis a gauche, o simplemente porque sí.
Y todo ello ¿para qué? Para cubrir las apariencias y echar en manos de Rajoy la responsabilidad de unas terceras elecciones por las que habrá que pasar, sí o sí; dentro de mes y medio o de medio año más.
La llamada abstención técnica sólo sirve para que comience el juego porque tal como están plantando los bolos no cabe augurar que la partida llegue hasta el final. Aprobados los Presupuestos, si llegaran a aprobarse, lo que requiere un mínimo consenso que no asoma por ninguna parte, ¿qué más cabría esperar de una legislatura teñida de ajuste de cuentas?
El contenido del acuerdo entre populares y ciudadanos con el que Rajoy presentó su candidatura a la presidencia hace dos meses deberían ser perfectamente asimilable por los socialistas, dado que estaba en lo que Rivera firmó con Sánchez hace nueve meses. Pero ¿será razón suficiente para el paso de la abstención técnica a una abstención llamémosle patriótica?
Por su parte Rajoy está en lo suyo pidiendo ciertas garantías, las exigibles a una leal oposición; pero dejaría de cumplir lo que muchos esperan de los populares si forzara la situación para hacer imposible que los socialistas levantaran la barrera con que, junto a diversas modalidades anti sistémicas, han manteniendo cerrada las vías de la normalidad.
Además, desde la presidencia del Gobierno siempre podría pedir la disolución de la legislatura si realmente no pudiera dar un paso en una dirección razonable y comprensible por la sociedad. La responsabilidad recaería entonces sobre quienes provocaran la situación dentro de unos meses.
Pero de momento él tiene hoy en su mano las cartas del juego, un juego siempre arriesgado, aunque parece que las cartas ya están marcadas y le auguran un final mejor que en las dos anteriores rondas. Pero un paso en falso, un engaño flagrante a la opinión, podría ser letal para sus intereses. Desde su posición no cabe, pues, demasiado abuso.
Además, el extravincere habitual al término de las guerras civiles, nunca sirvió de nada; ahí está el caso español al cabo de cincuenta y seis años…
Veo que no te rindes. Preocupante la política en España y , más aun en la USA. Un abrazo
Otro para ti desde Washington. De acuerdo; lo de USA parece más peligroso. ¡Qué debate!.