Juan Carlos Girauta es periodista, abogado y cofundador de Ciudadanos; hoy uno de sus portavoces. Antes de su apuesta por Rivera militó en el PSOE y luego en el PP, partido por el que se presentó en tres comicios: municipales, regionales catalanas y por último Congreso de los Diputados, 2004. En ninguno de ellos resultó elegido.
Diez años después, ya en C’s, accedió al Parlamento Europeo, y desde este año se sienta en el Congreso nacional. Experiencia partidaria tiene pues sobrada.
Ayer puso de manifiesto hasta qué punto el partido puede llegar a ser más importante que todo lo demás.
Mientras su líder Rivera mantenía el encuentro con Rajoy que ha podido desatar el nudo gordiano que durante ocho meses impidió la formación de gobierno, Girauta insistió en que no se mezclarán con Rajoy: “¿Qué razón hay en el mundo para que nosotros fuéramos a comprometer nuestro prestigio, nuestro pulcro historial, nuestra coherencia política casándonos políticamente con el responsable político de una avalancha de corrupción?”
Prestigio, pulcro historial y coherencia política. La auto atribución de tan nobles conceptos no pasa de ser un pretexto ornamental; la almendra de su alegato contra el apoyo a la única alternativa posible, en palabras de Rivera, para salir del impasse es la “razón de partido”, que el diputado ciudadano pone sobre lo que podríamos considerar como “razón de Estado”: la ruptura del bloqueo institucional.
Y es que, argumenta Girauta, mientras estén en la oposición “los eventuales votos que se le vayan cayendo al PP caen en cesto más cercano, el de Ciudadanos”. Para que quede aún más claro: “Si nosotros estamos en el sí junto a Rajoy, y con el PP somos una sola cosa a efectos de posicionamiento, los votos descontentos con esas derechas caen en el PSOE”.
El partido por encima de los intereses generales del país es la razón que explica las resistencias de unos y otros a saldar cuentas pasadas y fracasos mal digeridos. Así se entiende la estrategia de Rivera, hoy centrada en conseguir cierto respaldo del PSOE, su abstención, en la investidura de Rajoy.
No tuvo esos miramientos cuando firmó con Sánchez el pacto para su investidura incluso dejando abierta la puerta a participar en su gobierno. Pero esto es simple secuela de su complejo de derechas…
Con ser tal razón de partido lamentable lo es más aún la “razón personal” que preside los desatinos de Pedro Sánchez y sus edecanes. Anda que lo del expresidente del Congreso, López, calificando de chantaje las llamadas a la razón de propios y extraños para que dejen libre la senda de la gobernabilidad…
¿Por qué se llenan la boca de España si sólo tienen ojos para sus pequeñas parroquias?