Explotar imágenes del pasado capaces de maquillar la triste realidad política actual parece ser la clave de algunas campañas. Sánchez lo acaba de hacer subiendo a su comitiva carteles de Adolfo Suárez y Felipe González, dos por el mismo precio. Iglesias, tras la compra de IU, echará mano del Santiago Carrillo de la Transición, el comunista que supo dialogar en el ara de los intereses generales. Y el tercero, Rivera, da el golpe definitivo fichando a Felisuco. Todo un síntoma del nivel político, ético y estético del personaje.
Félix Álvarez no es responsable de nada; ni de encabezar la candidatura de C’s para Cantabria, ni siquiera de que el Racing, uno de los diez clubs fundadores de la Liga Española en 1928, hace dos años bajara de segunda a tercera (hoy segunda B), habiendo sido su vicepresidente. Felisuco, aparte de la categoría ciudadana que expresa como tuitero: “Me gustaría que en el debate los candidatos se sacase la chorra y se la midiesen. Así tendría algo objetivo en lo que apoyarme a la hora de votar”, es un pésimo humorista, pero sale en la tele, habla por radio… es popular. A su lado Toni Cantó resulta Ronald Reagan.
¿Imágenes o ideales?, esa es la cuestión.
Estamos en tiempo de imágenes de difusión masiva; las ideas no traspasan la red que las sustentan. Rivera, el hombre que se despelotó para llamar la atención frente a la felonía nacionalista, y cuatros años después siguió despelotando a una docena de ciudadanos , alegará que para ser hay que estar, y que para estar todo vale, cómicos del tres al cuarto o concursantes de “Gran Hermano”, como Carlos Navarro, El Yoyas, que así fue como se calzó una concejalía de Vilanova del Camí.
Pues vale, pero pongamos un poco de seriedad y las cosas en su sitio: el mercadeo barato, que es lo que es, de regeneración no tiene nada, y de progresismo… Ni en este caso de Ciudadanos, ni tampoco en la casa socialista, o de Sánchez por mejor decir a tenor de las voces de su partido que ya se atreven a denunciar el mal uso que el candidato está haciendo de sus históricas siglas.
Quizá todo ello sea consecuencia de la partitocracia y de la consiguiente híper protección de que disfrutan los mandos de las organizaciones. Abrir al votante las listas hasta ahora cerradas es un parche de que poco vale mientras las listas, programas y campañas sean atribuciones del mando amparado por un comité compuesto ad hoc; es decir, nombrado con el fin de apoyar las propuestas del mismo mando.
Mientras, Felisuco acabará barriendo en Cantabria votos de los televidentes acríticos que le siguieron en Caiga quien Caiga, La noche con Fuentes, Salsa Rosa, Sé lo que hicisteis…, programas todos ellos de tanta altura cultural como Tele5 o en la Sexta suelen aportar. Seguir los pasos mediáticos de Iglesias tal vez no sea suficiente; Iglesias lleva dentro algo más que ganas de hacer reír.